Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

viernes, 1 de abril de 2011

Perpetuo Invierno

Erase un hombre con muchos amigos, trabaja diligente y minuciosamente para salvar la vida y pintaba en ratos libres. Su casa, con vista al parque, proporcionaba un excelente punto para retratar aquellos árboles otoñales o paisajes veraniegos de juego y amores en el pasto. Era apacible, rara vez ocurrían eventos inesperados, lo cual ante los juicios de individuos frenéticos, que repugnaba en sobremanera, significaba una existencia aborrecible. No era el caso para su persona, quien encontraba la pasividad un descanso tranquilo de los mal pasares con que en un pasado esculpido en hierro había tropezado. Era un hombre abstraído, pasaba horas en casa leyendo filosofía y viendo programas educativos, el estudiar le provocaba gran placer, detestaba infinidad de dicotomías sociales, a su juicio inexplicables, pero actuaba de modo que tal repulsión desapercibida, pasara meramente como un secreto de sabanas blancas, bajo una irreprochable pulcritud de conducta. Le importaba la gente,  todos a los que su mente concebía, aquellos nombres, ante todo anecdóticos, resultaban, sin embargo, apaciguados por sucesos importantes que traían congoja y pesar. Su felicidad era interrumpida por la constancia sistemática con la que las ideas reinaban, como flechas eclipsando las estrellas, de modo que veía colores inusuales en su caminar. Esos modos de percepción que llevan a la locura, el ver capitalistas, rubios, artistas, seres sociales, intelectuales, parias, niños, madres, payasos y ratones. El veía solo las mascaras, ignorando la naturaleza de su propia personas, conjuntos de viles preconcepciones. Él era El Hombre, El Hombre de vagas escrituras y grandes verdades que se perdía el atardecer para imaginar la noche.

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