Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

miércoles, 21 de marzo de 2012

La mayor alegría

“(… ) Yo pienso de cierto
que el extremo de toda ventura se da sólo cuando
la alegría se extiende en las gentes y están los que comen
uno al lado del otro sentados en fila, a lo largo
de la sala, escuchando al aedo; delante las mesas
van repletas de carnes y pan y el copero les saca
de la gruesa catrera el licor y lo escancia en las copas:
¡nada encuentro pensando entre mí más hermoso y más grato! (…) ”

                                
                      Ulises a Alcínoo. Homero, La Odisea, Canto IX (4-11)

domingo, 11 de marzo de 2012

Cultura del crimen / Cultura del apocalípsis

¿No es extraño? Tantos de nuestros héroes son asesino. Moisés mata trescientas personas durmiendo en nombre de Dios, Rómulo mata a Remo ¿Es que la mente humana es incapaz de concebirse inocente?

Será evidente para cualquiera libre de moralismos pre-conscientes que el ser humano hace parte suya una naturaleza violenta. Abandonado el esfuerzo por tratados sobre el miedo y llamados a deponer las armas – Hobbes - , el de confiar en nuestra bella naturaleza y cultivarla – Rousseau -, se ve en los medios es una amplia cultura de la crueldad y la psicopatía. Existen, por supuesto, conductas sociopáticas institucionalizadas; reflejadas en la ley. En Latinoamérica no hay leyes hacia el crimen económico, los empresarios inmorales son admirados en su destructiva libertad.
La mitología de la delincuencia que Hollywood ha construido con una proliferación intensa de películas de toque anarquista, variando desde las “inocentes” piratas del Caribe, hasta el más perverso retrato de Hannibal, muestran explícitamente un relato del anti-héroe convertido en cuasi- dios. Si desde un principio la cultura occidental encontró “excepciones” para el bien, nunca habrían sido tan poco excepcionales. Aquiles, Julio Cesar, los héroes de la independencia, numerosas figuras del antiguo testamento, uno encuentra cantidad de héroes asesinos. En todo lugar, con contadas excepciones, la especie se ha manifestado como una masa damnata de maldad. Solo un paso más en encontrar motivo para ello. Comenzar el relato de nuestra caída con el malestar de la cultura - moderna- es insuficiente, pues está ya muy arraigado en la cultura de masas. En efecto, Marcuse decía: Freud se ha banalizado hasta un punto donde hablar de la sexualidad es tan casual y común como comprar comida; hecho que provee legitimidad y por tanto, “legaliza” las posturas anteriormente polémicas de Freud. En cambio, más productivo es, si al leer Vigilar y Castigar, luego declaramos a toda voz: “yo no quiero contrato social”, pues fundamentalmente, de esto se trata: Renunciar a toda cordura y ley para ser libre de ataduras.
¿Y la propia seguridad? ¿Es que ya no vale la propia vida?
Por supuesto, no queremos – por el momento - morir. No obstante, la sociedad posmoderna se ha rodeado de un exceso tecnológico vehemente y progreso frenético. Es difícil encontrarse en una situación donde la obscena cantidad de ejercicio requerido para mantener los estándares sociales sea en lo más mínimo útil. Nadie tiene que cazar, pero todo el mundo vigila su ejercicio. No es solo por miedo y negación a la muerte que desencadenamos este frenesí inauténtico del inmortal joven; sino por la prisión social; y es que cada uno de nosotros vive con horarios, salidas a patio y celdas personales, todo lo cual ha sido creada por la mente racional de la razón iluminista instrumental, y a menudo el resultado es absurdo.
Ante la alienación del trabajo, un postulado tautológico evidente es querer ir al propio hogar una vez terminada la jornada laboral. Entonces, uno toma su auto, lo prende, y maneja. El paso siguiente es el panorama Kafkiano de esperar en el semáforo, en fila con cientos de personas más, por una hora – o más – hasta poder alcanzar nuestro destino y siquiera pensar en perderse en la televisión nocturna.
“Alguien tuvo que haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo fue detenido una mañana”[1]
La razón de uno es la sinrazón de muchos. El siglo XXI ya no cree en nada; y si algo han hecho las guerras y revoluciones sucesivas, con el paso acelerado de la historia y el avance tecnológico desmedido, es que ya nadie sabe qué aparato usa, ya nadie sabe cómo funciona su trabajo, y la barbarie de la especialización ha conseguido crear un mito de Tiempos modernos en que Chaplin reza todas las mañanas a su máquina, para que no averíe, porque no tiene la más mínima idea de cómo funciona. Pero la religión actual no es esa, pues nada de esperanza celestial se encuentra en los computadores. Las televisiones están demasiado presentes, y son demasiado materiales para tenerles miedo, o confiar en ellas como el Medioevo temió y confió en Dios. El opio del siglo XXI, en cambio, es, en efecto, el opio. El opio del pueblo es el opio. El alcohol, el café de la mañana y media mañana, la televisión nocturna, el alcohol del fin de semana, el chocolate y la comida grasienta (la cual, como el pecado cristiano, convoca culpa en las almas de jovencitas torturadas), las drogas medicas, el valium, etc. Si de algo nos dimos cuenta, es que el trago y las drogas son extremadamente efectivos. La cantidad de legalización y progresiva racionalización burocrática diagnosticada por Weber ocurrió, y teníamos que dejar las drogas legales como consuelo. Ante esta realidad, donde el miedo por Dios y la guerra se sustituye por el terror a una demanda y el caos de la metrópoli, la cultura de masas encontró una salida en el anarquismo tras vestidura moral: el psicópata y el ladrón, el asesino, el héroe de la antigüedad, todas figuras románticas para quien, firmando su contrato social, se condeno a sí mismo a la ignominia de la incertidumbre y el sinsentido de la rutina.
“Mientras más reglamentos y prohibiciones hay
Tanto más se empobrece el pueblo.
Mientras más eficacia hay
Tanto más se halla el estado en caos
Mientras más habilosa y astuta la gente
Tantos más signos nefastos aparecen
Mientras leyes se promulguen
Tanto más ladrones surgen”[2]
Esta forma de anti-legalismo que recuerda con nostalgia las famosas palabras de Thoreau: “alegremente acepto el moto — “Es mejor gobierno el que no gobierna”"; y me gustaría verlo practicado rápidamente de manera sistemática. Expuesto a su conclusión inevitable, significaría lo siguiente – con lo cual también me encuentro en acuerdo – “Es mejor el gobierno que no gobierna en absoluto. “[3]
En efecto, este cuasi-anarquismo romántico es el que cada uno de nosotros vive en cine, pues se alegra cuando su delincuente favorito escapa de la policía. ¿Angustiante? Cualquiera que sepa de Marx, Freud, Darwin y Nietzsche, sabrá que después de estos maestros, nunca más podemos estar seguros de cuando tenemos un buen argumento o un mal síntoma. Es Foucault escondido, entre las balas, diciendo, “Usted no quiere que le disparen, pero está arto de la tranquilidad”. No veo problema mientras se quede en las películas. Si consideramos las torturas hacia los negros que a principios del siglo XX, en la cultura democrática eran costumbre, y cómo el mundo ha cambiado – como se considera a sí mismo superior – esta irracionalidad momentánea es necesaria.
La sociedad posmoderna se construye sobre el avance de la técnica y el olvido por las abstracciones filosófico-religiosas, para como decía Heidegger, “consagrarse al dominio de los entes”. Sin embargo, y en esto vale seguir a Baudrillard, la abstracción tecnológica, reflejo de la realidad, ha llegado a un punto donde todo lo que existe es lo que está reflejado en el mundo virtual. En efecto, para que una guerra ocurra, debe aparecer en las noticias, para que algo sea peligroso, debe estar en la pantalla del cine. Esta creciente importancia del mundo virtual no debe despertar terror, pues el mundo ya se ha entregado a su paralelo, los niños ya aman a sus aparatos, y el lazo afectivo con nuestros computadores es tan fuerte, que no tiene sentido tratar de evitar este “apocalipsis”. Si el fin del mundo ha llegado, no ha sido por la guerra, sino porque encontramos otro nuevo; el mundo de la abstracción. Baudrillard escribe “Olvidar a Foucault”, porque ya no tememos al complejo carcelario que condena la irracionalidad, no tememos la guerra, sino su paralelo virtual; tememos al villano de una película, tememos al rapero más famoso, que probablemente no ha cometido crimen alguno, pero está allí para representar una dimensión abstracta del complejo carcelario. Seguramente es un síntoma de esta creciente complejidad en nuestras no-relaciones (relaciones de desvinculo) que las facultades de letras y los académicos se encuentren en paranoia absoluta. Las novelas y los libros, el antiguo internet y televisión, se han vuelto la parte real de la abstracción, y es solo por su carácter tangible, porque uno debe abrir un libro, que puede tocar y oler, para leerlo; porque, al fin y al cabo, uno puede golpear a alguien con un libro, que se ha vuelto una reliquia del pasado. Dumas nunca escapó de la prisión. Stevenson nunca encontró una isla del tesoro. Dante nunca visito el inferno. No puede estar más claro que con esto: El arte cinematógrafo se remonta, en estos tiempos, al arte sobre el arte, y vemos películas tan poco reales, tan poco estéticas como El Origen. Dumas ya no existe en sus libros, ahora el conde y los mosqueteros existen solamente cuando aparecen en una película.
El posmodernismo, por su cruento diagnostico, es en realidad, un movimiento filosófico cómico. Baudrillard no se angustia, al modo de Kierkegaard, por la meta realidad del progreso. Miles de años de luchas por nuestro tiempo libre, para desarrollar una condición humana tolerable, para evitar la “alienación”, nos ganaron el tiempo para jugar un videojuego y salir a cazar dragones, y solo en cuanto el hacha no exista, tiene valor, solo en cuanto el amor de m personaje virtual con el cual conseguí con beso anoche no me costó salir de mi habitación, es que puede despertar el tipo de entusiasmo pre-frontal que ansiamos. El excito de los programas que se atienen, o aparentar hacerlo, a lo antiguamente llamado “genuino”, es explicado fácilmente por este exceso de abstracción. Un reality show saca su rating de ser un show sobre la realidad; que simula no ser show.
La última cuestión es esta: La muerte ya no existe. Para que el hombre muera, tenía que ser devorado por la materia. Para que el hombre se supiera mortal, Dios tenía que ser falso. Pero ya nadie necesita divagar sobre el cielo, porque la realidad virtual existe, y nadie puede matarla. Las maquinas son eternas, trabajan en tiempo litúrgico. El mito del posmodernismo tiene su acces mundi fuera del templo, en el computador, en la abstracción, donde lo único real es lo que se dice sobre la realidad, y la gente ya no muere. Para que alguien muera, debe aparecer un reportaje en las noticias. ¿Cuántos seres humanos mueren por minuto? Es una pregunta estadística. Para que la gente se angustie, para que haya luto, la muerte no puede ser real, debe ser abstracta. Solo cuando el accidente es repetido asiduamente hasta ser morboso, y ser espectáculo sobre la muerte, puede la muerte ser real. La muerte, en consecuencia, ha muerto. Los seres humanos siguen terminando sus vidas en la nada, pero la materia de la hiperrealidad no existe. El ser humano se consagra a la perfección objetiva del cuerpo, la adquisición de materia intangible – dinero - , la postergación de la vejez a limites impensables – cirugías y dietas mágicas – y la vivencia de la hiperrealidad en los medios de masas, junto a la cultura del entretenimiento. El entretenimiento se crea para que el tiempo transcurra. La pregunta nunca fue si íbamos a morir, sino cuándo. El fin absoluto del entrenamiento, es pasar por la vida sin sufrimiento, experimentando la aventura “by proxy”, sin tener que arriesgar nada, y morir sin haberse dado cuenta.
Otro hecho reciente demuestra la creciente industria del “arte real”. Se trata del arte post-apocalíptico. Observar, en particular, la creciente proliferación de películas sobre un apocalipsis zombi, puede muy bien revelar el estado en que las personas se encuentras en tales sociedades primer mundistas e hiperdesarrolladas: La solitud de la conciencia y la angustia por lo que es real. En La guerra del golfo no ha tenido lugar, Baudrillard desarrolla su tesis sobre la base “si algo es real, la guerra es real”, es pues, está pasión ardiente, locura violenta, y desenfreno sexual, que interpreta mejor al apocalipsis zombi. Los seres humanos se ven contagiados por una enfermedad misteriosa que los hace levantarse desde la muerte, pierden su razón y se entregan a la búsqueda insaciable por la carne, en especial, la carne humana. La única manera de matarlos, es volando sus cerebros. No necesita ningún análisis ilustre, pues las metáforas son evidentes. La sociedad de masas siente que su cerebro ha sido devorado por la hiperrealidad, sabe que la única relación material directa que le queda es con su alimento; pero está eternamente condenada a sentirse culpable por comer, pues ese el nuevo pecado. El estado de guerra que Hobbes temía es anhelado por su genuinidad y, sin embargo, aun sabemos; aun recordamos, detrás de la mente racional, el horror de la guerra y el placer de la crueldad que solo podremos experimentar en su “gloria” a través de las películas.


[1] Kafka, El proceso
[2] Lao Tse, Tao Te king
[3] Henry David Thoreau, Civil Disobedience

miércoles, 7 de marzo de 2012

Cambalache



Que el mundo fue y será una porquería
ya lo sé...
(¡En el quinientos seis
y en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un despliegue
de maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaos
en un merengue
y en un mismo lodo
todos manoseaos...

¡Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burro
que un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,
los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,
caradura o polizón!...

¡Qué falta de respeto, qué atropello
a la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stavisky va Don Bosco
y "La Mignón",
Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...

¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!
¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata, que el que cura
o está fuera de la ley...

                                                    

                     Letra y música (y filosofía) por Enrique Santos Discepolo

domingo, 4 de marzo de 2012

Cielo secreto


Esto es amor: volar a un cielo secreto
Hacer cien velos caer cada momento
Primero, abandonar la vida.
Finalmente, dar un paso sin pies.


Ver el mundo como invisible,
Ignorar lo que parece yo.

Corazón, dije, que regalo ha sido
entrar en este circulo de amores,
Ver más allá de uno mismo,
Tocar y sentirlo dentro.

            
                                                                    Rumi

viernes, 2 de marzo de 2012

Chistes zen



No camines detrás de mí, pues no puedo liderar. No camines delante mío, pues no puedo seguir. No camines conmigo, tampoco. ¡Déjame solo de una vez!

No seas irremplazable. Si no puedes ser reemplazado, no puedes ser ascendido.

Antes de criticar a alguien, camina un kilometro en sus zapatos. Así, cuando los critiques, estás a un kilometro y tienes sus zapatos.

Si siempre dices la verdad, no tienes que recordar nada.

Se paciente, y consíguelo todo.
Se impaciente, y consíguelo todo más rápido.

Si al principio fallas, no hagas paracaidismo.

Recuerda que eres único. Igual que todos los demás.

Dale a un hombre un pez y comerá por un día. Enséñale a pescar, y se sentara en un bote a beber todo el día.

El buen juicio viene de mala experiencia, la cual viene de mal juicio.

El tao no habla.
El tao no juzga.
El tao no toma lados.
El tao no tiene expectativas.
El tao no demanda nada de otros.
El tao no tiene trabajo.

jueves, 1 de marzo de 2012

Ven

 

Ven, ven de nuevo, ¡quienquiera que seas, ven!

Vagabundo, idolatra, infiel, ¡ven!

Ven aun si rompiste tu promesa cien veces

Ven, y ven de nuevo.

El nuestro es un portal de esperanza,

Nuestra caravana no es desesperación

Ven, como eres, ven.



                                                                                     Rumi