Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Paradigmas

En mi incesante búsqueda por conocimiento, me he visto en la necesidad de, como Aristóteles, crear una cantidad de categorías ficticias de escasa importancia, para ayudar a aumentar el número de cátedras en las universidades, crear riñas entre académicos, y confundir a la gente común. En numerosos aspectos, aquello que es llamado “verdad”, es usualmente nombrado en base a su valor como conocimiento, con la premisa que dicho conocimiento, con juicio a priori, vale la pena (cosa dudosa) – Propongo los siguientes paradigmas, que  he encontrado a lo largo del gran saber humano, como distintos juicios sobre lo que vale como “verdad”. Algo es verdadero si:

-Afirma la existencia de un creador único y perfecto (fanatismo clásico)
-La ciencia dice que es verdad (nuevos fundamentalistas)
-Es griego (ignorancia clásica)
-Está en inglés (habitante del “país americano”)
-No puedo dudarlo (filósofos sin familia)
-Es bello (amantes del arte y buenos artistas)
-Es triste y sombrío (malos artistas)
- Es chistoso (comediantes, gente con tiempo)
- Tiene año (historiadores y coleccionistas)
- Es culpa del gobierno, de los aliens, o es una conspiración (gente con demasiado tiempo)
- Me trae paz y felicidad (paradigma asiático)
- Me permite conocer (Sócrates y sus fans)
- Es contrario a Sócrates (Nietzsche y sus fans)
- Me trae oro (paradigma antiguo)
- Me trae dinero (nuevo paradigma)
- Se come (habitantes del McDonalds)
- Se bebe (paradigma Ruso-Chileno)
- Se coge (paradigma eclesiástico)
- Es fruto de mi trabajo (chinos)
- No es fruto de mi trabajo (el resto)
- Lo vi en la tele (menores de treinta)
- Lo leí (sobrevivientes de la primera guerra mundial)
- Se me ocurrió (idiotas)
- No es verdad (gente que disfruta ser irritante)
- jasfmhrjd fha, jsff. (Estudiantes de teatro)
-                                         (monjes budistas)
- le pertenece a su esencia (ignorancia irremediable)
- no me importa (ignorancia remediable)

lunes, 26 de septiembre de 2011

Simulacro

Veo a mi sobrino pequeño jugando la última generación de “God of War” en el PlayStation, en la pantalla, el musculo sujeto que se somete a su voluntad ha caído desde la espalda de un gigante. Derrotado, sangra en el suelo; patético y pequeño, muere.
Mi sobrino agita con violencia el controlador que ata este mundo a la hiperrealidad del guerrero. Con fuerza y de una sola vez, arroja de sus manos el cordón de su marioneta, da la espalda a la pantalla y grita con furiosa desesperación.
¿Pero por qué te enojas con una maquina? – le pregunté, extrañado
Sorprendido, mira directamente a mi boca. Es como si hubiera expirado el fuego de un dragón. Me ve, fuera del mundo real, juzgando pretenciosamente a sus compañeros y camaradas. Tanta es la emoción del día que esta realidad le trae, que más que una herejía, he cometido un asesinato. He asesinado la realidad, y no me he percatado de ello.
Parece ver a través de mí. Condena, desde el mundo ideal que todas las religiones desearon. Por fin lo hemos conseguido. Ya no hay que creer. Ya no hay que escribir. El paraíso existe, y es más real que la realidad misma.
“Perdón” – le dije
¿Quiénes buscan el fin del mundo? Ese mundo ya no existe. El escándalo y los gritos de indignación han llegado muy tarde. Padres y antiguos hombres vivirán sus vidas en furiosa contemplación, fuera del mundo. Pronto habrán muerto. Nada existe, sino es virtual. La nueva realidad es infinita. En ella, los mortales no son sino sombras…

domingo, 18 de septiembre de 2011

Un genio fuera de época


Ruido, despertador, maldición, otro día comienza.
¿Por qué habré decidido ir a la maldita universidad cuando tenía perfectas posibilidades en esa tienda de instrumentos? La música, eso es algo útil. Mi habitación tiene las paredes vacías. Siempre he querido llenar este lugar con obras de arte… Egipto, Mesopotamia, China, todo el arte del mundo convocado a una gran euforia de color. Pero no hay dinero. No tengo trabajo, y me tengo que levantar temprano, para salir a la calle, donde nadie me quiere, a rogar y arrastrarme. ¿Quién habrá inventado que los perros se arrastran? El desgraciado de Darwin no hizo suficiente. Nosotros no venimos del mono, nosotros somos monos adoctrinados. ¿Qué es un estado? Ah, a todo el mundo se le enseña a vivir en el aburrimiento, a cumplir con su deber, y todos creen que su vecino vive “una vida monótona” ¡maldición, somos todos hipócritas! ¡Con razón tuvieron que crear un puto dios para que los salve! ¡Al carajo con el infinito! ¿Quién quiere vivir para siempre?
Cepillarse, vestirse. Este pantalón no me queda. Mis zapatos están sucios, ojalá no se den cuenta en la entrevista. No tengo tiempo para limpiarlos. Tendría que haber puesto el despertador antes. Pero no podría haber visto esa peli ayer en la noche. Gran película, muchos muertos.
Las putas micros no pasan cuando uno las necesita. ¿Quién carajo administra el mundo? ¿Es que le pareció buena idea que salieran todas a la misma hora, y siguieran un trencito, parando todas juntas? Un caballo, sí, yo debiera tener un caballo. O quizás un barco. Un pirata, si, sería un gran pirata, surcaría por los mares asaltando puertos, robando a todos los hipócritas, y bebería… bebería mucho. “¡no, pero eso es un escape!” es lo que habría dicho a los catorce años. Por supuesto, un escape es lo que todo el mundo necesita. Escapan a través de sus hijos, en su trabajo, en ser buenas personas. Simplemente se creen inmortales. ¿Qué tiene de malo escapar? ¿Habrán piratas hoy? No… que estás haciendo… te haces daño con estas estupideces. Mira, ha llegado la micro.
Ahhh… ya he llegado. 345, 349, es al frente. Lógicamente tenía que ser al frente.  Muchos autos, demasiados. ¿Cómo era eso que leí? Algo sobre el mundo destruido si todos tuvieran auto. Sí, los Smith acabarán con el mundo. A quién le importa. Apuesto a que si alguien pudiera leer mi mente, pensaría que soy mala persona. Pero nadie puede.
347. Alo, vengo por una entrevista de trabajo. Sí, sí, ojalá sea un hombre. Una mujer fea es despreciable. Una mujer bonita, bueno… Alguien voto un envoltorio de helado en la escalera.
Buenas tardes, sí, yo soy el que mando el curriculum. No, no tengo experiencia, pero tengo un magister en filosofía moderna hijo de puta. 
-          Buenas, tardes, sí, yo mande el curriculum. Sí, mi nombre es Aristóteles.
-          ¿Trabajo? Bueno, yo soy filósofo. El trabajo es para hombres inferiores.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cuentos Hindúes

Manu lavaba sus manos en una fuente, cuando dentro de ella se le apareció un pez. Nadando con dificultad, gritó desesperadamente con su minúscula voz, rogando ayuda:
“Sálvame, sálvame por favor”
Y Manu dejo al pequeño pez tranquilo. Viendo que necesitaba cuidado, por un tiempo se dedico a alimentarlo. Un día el pez le dijo:
“He crecido demasiado para esta pequeña fuente, por favor, quiero un nuevo hogar”
Entonces Manu tomó el pez y lo vertió en un pozo en la tierra. A medida que paso el tiempo, el pez creció y creció más.
“Manu, por favor, necesito un nuevo hogar” – dijo él - “Este es demasiado pequeño”
Entonces Manu tomó el gran pez y lo arrojo al rio. Pero pronto el pez fue demasiado grande para el rio; por lo que Manu tuvo que guiarlo en su camino hacia el océano.
Una vez en el océano, el enorme pez se acercó a Manu y dijo:
“Yo soy Visnú, he conocido tus virtudes. Manu, primero entre los hombres. Pronto vendrá un gran diluvio, y yo te salvare de él”
La gran lluvia comenzó. Los ríos tomaron la tierra, pronto los lagos se volvieron mares, y el agua devoró todo lo creado, y las vidas de los iluminados escaparon el gran círculo del samsara, uniéndose a brahmán; mientras las almas del resto de los hombres retornaban a la muerte, para vivir una vez más.
Manu montó al gran Visnú en su forma de pez, llevando con él  provisiones, junto a unos cuantos sabios.
El mundo había comenzado otra vez. Manu, el primer humano, comenzó una familia.
Un hijo de Manu trabajaba la tierra. Un día, en el granero, viendo el saco de arroz allí guardado, se imagino lo que podría obtener si lo vendía. Pensó en comprar con ese dinero una carreta. Luego vendería la carreta, y  compraría un buey. Al vender el buey, podría comprar una casa. Al vender la casa, podría comprar varios sacos de arroz.
Finalmente, el hijo de Manu se encontraba a sí mismo rodeado de riquezas y opulencia. Su hermosa esposa atendía a la comida, mientras él jugaba ajedrez. De pronto sintió necesidad de caminar, y se puso de pie; pero al tropezar con una piedra cayó sobre un saco de arroz que a su lado guardaba. El arroz cayó sobre la alcantarilla, perdiéndose en el agua. En su imaginación, lo había perdido todo. Meditó sobre esto. Entonces el hijo de Manu continúo trabajando en el granero de su padre. 
Su hermano menor, sin nunca sufrir la miseria de luchar con hambre o enfermedad, se hizo asceta, negando las ilusiones y deseos de este mundo para consagrarse a una vida de meditación. Alcanzando liberación del samsara, fue el primero entre los mortales en hablar con Krishna. Al ver su majestuosidad, el asceta se sintió dichoso. Le dijo “Krishna, he escapado el deseo mortal” y Krishna, viendo sus logros, se alegró.
Una tarde invernal, el asceta meditaba bajo un árbol, cuando comenzó a llover. El frio y el agua lo obligaron a pedir refugio en un hogar. Tocó la puerta de una casa, y de ella salió una amable mujer, con su esposo. “Por favor, entre, entre, maestro, es una grado tenerlo entre nosotros”
Dentro de la casa, el asceta vio a su hija: La mujer más hermosa que nunca hubiera visto. 
La lluvia cesó. El asceta agradeció a la solidaria familia, y se despidió. Los tres se negaron a dejarlo ir. “Por favor, maestro, sería un enorme honor para nosotros tener a la cena a un conocedor de Krishna
Y el maestro, ante su insistencia, accedió a su propuesta. Terminada la cena, agradeció nuevamente su gran solidaridad y la sabrosa comida. A punto de irse, comenzó una gran tormenta. “Bueno – dijo la bella hija – es una lástima, pero tendrá que quedarse, le tenemos una habitación, con una cama lista para usted, será un placer tenerlo bajo nuestro techo”
El asceta no tuvo opción. La tormenta se prolongo por semanas, y la lluvia nunca cesó de caer. Todas esas noches, contempló los encantos de la muchacha, hasta que finalmente cayó enamorado. 
 Finalmente, tuvo que confesar su amor, y pidió a los padres su mano en matrimonio.
“No habría mejor compañero para nuestra hija que usted, maestro”- dijeron ambos
“¿Pero la ama ella a usted también?”

La doncella, tímidamente, respondió: “Sí, lo amo”
La pareja consumó su amor entre los rayos de la tormenta. Un vendaval de gran poder, seguido por un maremoto, destruyó la casa, arrancándola desde sus raíces, y entre el caos, el asceta fue herido. 
Inconsciente, apenas capaz de moverse, despertó en una playa desconocida. Reconociendo su fortuna, comprobó su cuerpo. Viviría. Intentó ponerse de pie, con algún esfuerzo, lo consiguió. Frente a él apareció Krishna, que se acercaba.
Al detenerse, Krishna abrió sus brazos y dijo:
“Ah, tú, ¡tanto tiempo! ¡Pensé que te habías olvidado de mí”

domingo, 11 de septiembre de 2011

Sobre los animales racionales

Cada vez que un sacerdote desconoce en manera condescendiente milenios de filosofía oriental, cada vez que un político habla en ausencia de contenido, cada vez que los gringos salen a llevar democracia, cada vez que un periodista chileno da una noticia desatendiendo a la más básica gramática o coherencia argumentativa, cada vez que una nueva guerra se proclama como justa, cada vez que una película hollywoodense gana dinero sobre una de Kurosawa o un libro de Stephen King se lee en vez de uno de Tolstoi, cada vez que el capitalismo sabe llamarse racional o el comunismo se piensa igualitario, me acuerdo del "animal racional" que alguna vez un griego (quién más) creyó ver en esta escoria ignorante que es el hombre, no lo encuentro, y sonrío.

Yo también tengo mis maestros. No los llamo santos. Mis maestros fueron seres humanos, como inquisidores y militares imperialistas, ellos están muertos. Ya no pueden sufrir ni sentir nada. El único inmortal es a quienes sus hijos y nietos recuerdan. Freud, Marx, Nietzsche, Darwin, Sartre. Hay gente que intentó por cuantos medios hay de pensar en arreglar el sufrimiento que acaece cotidianamente. Hay otros que niegan la misma existencia de nuestra patética condición, la de mortales, la de animales.

Pero yo no he visto, y dudo ver en lo que me queda de tiempo, a ningún mono que abandone su esposa e hijo para irse a gastar en tragos. No he visto a ningún león que, habiendo conseguido su manada, se arme con lanzas para conquistar África entera. No he visto a ningún gato que se interese por el petróleo de Irak, tampoco una ballena que juzgue inmorales a los delfines, por pertenecer a una especie distinta. Nadie inventó la bomba atómica pensando en la naturaleza; mucho menos considerándose parte de ella.

¿Y qué de esta manía por la esencia de las cosas? ¿Es que los árboles existen en manera distinta al sol? ¿Es que hay que buscar necesariamente la superioridad de nuestra época, de nuestro credo, de nuestra ley, por sobre cualquiera otra acontecida?

No me lo creo, ni me interesa continuar denunciando. Tanta razón y proeza no nos ha traído un segundo de ventaja por sobre la completa manifestación de lo vivo para alcanzar lo que hemos, tan racionalmente, llamado "felicidad". Si para algo sirviesen las palabras "decencia" o "miseria", no habría tanta escoria ignorante andando con el nombre de "humano". No, aquí no sirven las meras palabras, pero hay que estar consientes de cuáles, y por qué las pronunciamos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

El lago de fuego


No sé muy bien cómo llegamos allí, pero mi padre y yo nos encontrábamos en lo alto de una montaña, en mitad del valle amazónico, o de alguna otra espesa selva negra, y el calor era insoportable. El primer signo extraño fue el camino, de ceniza negra, y como los otros turistas, en su mayoría gringos de camisa florida, estaban perfectamente contentos con caminar hacia el rincón invisible de donde aquel pilar de humo provenía.

Caminamos un largo trecho empinado. Mis pequeñas piernas comenzaron a doler, pero no quise decir nada. Era, después de todo, un viaje de vacaciones, y yo era un invitado.

Arriba de toda la selva, al final del camino, terminó el solemne silencio que reinaba sobre el trayecto. Primero fueron las exclamaciones de jóvenes errantes que se aventuraron adelante. Luego vino el flash de cámaras fotográficas estadounidenses. Pronto llegamos el centro de un valle de lava hirviendo.

La sólida roca no mostraba signo de vida, y en todo el gran circuito no se veía más que un rojo infernal y burbujas de vapor al expirar. En medio del lago de lava, hallábase una isla, un pequeño trozo de tierra negra entre llamas.

De pronto, como un conejo de un sombrero mágico, de esas llamas surgió un enorme, majestuoso ser. Delgado y largo, parecía la cola de un reptil tallada en manera. Su color era claro, un café ocasionalmente manchado por negras y escamosas líneas. En el punto más alto del emergente ser, las líneas parecían formar una cara.

Nadie preguntó, nadie susurró, nada perturbo la calma. Entre los jóvenes aventureros se miraban con recelo, evaluándose unos a otros.

La tranquilidad se apagó cuando fugazmente el monstruo se acercó, inclinándose, hasta postrar su cabeza contra la tierra a nuestros pies. Visto de cerca, parecía una rampa. Era evidente que ese gusano de madera no estaba lejos de los monstruos legendarios.

“Tú primero” dijo mi padre, volteando su cabeza hacia mí por primera vez en el día. Todos me miraron. Comprendí lo que deseaban, tuve miedo, pero alguna fuerza invisible desterró la cordura que me quedaba y, dando un paso al frente, monté al gigante. Una vez arriba, comenzó nuevamente su movimiento.

Alzándose en un estruendo imponente, apenas pude mantenerme sobre él. Vi el lago de fuego bajo mis pies. Recuerdo haber pensado lo extravagante que esta experiencia sería como montaña rusa o turismo aventura. No importaba, ya encima de su cuerpo, solamente una cosa me preocupaba: no caer.

Claramente la criatura tenía intención de posarme sobre el islote. Su rudeza no hizo fácil la tarea, pero abrazando con toda mi fuerza su piel, conseguí evitar caer en la lava. Una vez más, su cabeza, postrada sobre la tierra, me invitaba a bajar.

Era una roca solitaria en medio del fuego, y yo estaba solo. Observé a mí alrededor. No quise erguirme, pues temía tropezar. “No son las mejores medidas de seguridad” susurró alguna voz cómica en mí, rebelándose contra una agencia de viajes invisible. Era lava, lava y nada más se veía ¿Qué hacía esta gente, viendo aquí? ¿Por qué habían creado semejante monstruo? ¿Por qué no moría, en aquel lugar? ¿Es que no era “eso” parte de la naturaleza?

Pareció evidente, luego de algunos minutos, que esta montaña completa no era producto del accidente o de la fortuita geología. Esto era un parque de diversiones, quizás un altar que alguna tribu en el pasado construyó, ahora educada por el hombre culto y olvidado sus costumbres bárbaras. O quizás los mataron y encontraron nuevo uso a su valle.

¿Será que este gusano fue, alguna vez, un Dios?

Transcurrido el tiempo, que hasta hoy ignoro, previamente estipularon los otros, el antiguamente-dios vino a la isla a recogerme. Monté nuevamente su cabeza, y se elevó, sobre la piedra, sobre la lava. Un terrible miedo se apoderó de mí. No quería caer.

En algún instante de terror, mis ojos llegaron a la otra costa. Allí se encontraba la gente. Mi padre los jóvenes, los gringos, a todos vi, en su pequeñez, meras sombras para mí, que veía desde los cielos. No quise hacerlo, pero al levantarme para verlos mejor dejé de sujetarme, y mi equilibrio se perdió. Caí, caí rápidamente y mi corazón era lo único que escuchaba. Como un tambor, golpeaba mi cuerpo mil veces por segundo. Sentí el calor.

En el aire, rendido al dictamen de la inevitable tragedia, no concebí un pensamiento. Sería uno con el fuego, arrojado a las sirenas ¿Qué más podría pensar? Pero el gusano-dios habló.

Fue un grito grave y poderoso. “Cuidado, pequeño” dijo, mientras su cuerpo me atrapaba como una bola en el juego onírico acontecido.

Me colocó nuevamente en la tierra, junto al resto de los hombres. Me sentí pequeño, frágil, indignado ¿Cómo habían permitido esto? ¿Es que mi vida no vale nada para ellos?

En mi hogar, a salvo, abracé a mi madre con fuerza. Ella no sabía lo cerca que estuvo mi fin. Fue una tarde completa en que derramé, en su tiempo, cada lágrima mientras explicaba las experiencias, locuazmente retratando con máximo detalle lo insegura y sumamente imprudente que habían sido las vacaciones.

Mis padres se pelearon esa noche. Mi padre farfulló algún discurso estereotípico sobre la transición de niño a hombre. Al día siguiente, mi madre salió a primera hora de la mañana a reclamar contra la agencia de viajes, que aun desconozco.

No supe muy buen cómo, pero la siguiente visita al pozo de lava me mostró que mis esfuerzos valieron la pena: Un andamio, una jaula de metal, y cables colgando desde lo alto; un arnés al torso, cuidaban el viaje de cada nuevo niño que allí llevaran. Ya no dependíamos del gusano, y caer a la lava parecía muy improbable.

domingo, 4 de septiembre de 2011

La banalidad de la verdad

  “…En cuanto a Caperucita y su abuela, no sufrieron más que un gran susto, pero Caperucita Roja había aprendido la lección. Prometió a su Abuelita no hablar con ningún desconocido que se encontrara en el camino. De ahora en adelante, seguiría las juiciosas recomendaciones de su Abuelita y de su Mamá.”

-         Pero papi, esa historia, ¿es verdad?
-         Bueno, no hijito, es una historia
-         ¿Y para qué sirve?
-         ¿No te entretuvo?
-         Pero, ¿es mentira no? ¿no es malo mentir?
-         Dime, hijito, ¿tú sabes qué quieres ser cuando grande?
-         Quiero ser médico como tú, papi
-         Qué bueno, pero sabes, yo quise ser médico para salvar vidas, tu, hijito ¿quieres ayudar a la gente?
-        
-         Bien, pues, aunque tú no seas médico ahora, tú eres médico en corazón. Entonces, hijito, ¿tu dirías que te miento cuando digo que eres médico, aunque no lo seas ahora?
-         Hmmm…No sé
-         Bueno, tal vez no, tal vez sí. Pero si te digo que yo algunos días ayudo a la gente, y algunos días no, porque te cuido a ti, y a tu hermanita, ¿soy médico todos los días?
-         Hmmm… parece que no
-         Pero si tú y tu hermanita son también personas, ¿no los ayudo, cuando me quedo en casa, los llevo a jugar, o les cuento una historia?
-         No entiendo papi
-         Querido hijo, ninguna historia es realmente una mentira
-         Ah, ¿entonces caperucita, de verdad existió?
-         No hijo, caperucita existe ahora mismo ¿Cómo, sino, hemos oído de ella?
Jesús cerró con cuidado la puerta de la habitación, dejando al pequeño en sus sueños. Se cepilló los dientes, miró algunos papeles. Sentado en su cama, se quitó su reloj de plata, situándolo a un lado de la lámpara india en el velador. Se quitó sus zapatos de cuero. Su celular sonó. Era un paciente. En rara ocasión los oncólogos reciben llamados en mitad de la noche, pues la gente con cáncer no suele morir inesperadamente. Este era uno de esos casos. María, activista de causas humanitarias para el desarrollo en África, con tan solo treinta y seis inviernos, había muerto en un accidente automovilístico tras estrellarse en un cruce con una pareja borracha, que sobrevivió el accidente. Dejó como legado a dos hijas pequeñas. Su pareja hace tiempo ya, había huido, incapaz de lidiar con la ignominia y la decadencia de su cáncer. Jesús, médico, fue al hospital para enterarse de su derrota y firmar el certificado de defunción. Esta es la verdad. Un engaño sin sosiego.

“Mientras tanto, el lobo se fue a casa de María, llamó suavemente a la puerta y una pequeñita le abrió, pensando que era su madre.”
    La niña se acercó al lobo y vio el brillante reloj en su varonil muñeca. Era primera vez que veía un hombre adulto sola. Sabía que no debía hablar con extraños, pero no puedo contener la ansiedad tras la prolongada ausencia de su madre.
      
                 -  Señor, ¡que muñeca más grande tiene!
                 -  Sí, querida, es para abrazar con más fuerza.

Entonces el lobo agarro por la barriga a las dos niñas y se las llevó a su cueva. Tras alguna riña con el cazador de la ley, que siempre busca timbres y papeles, las niñas serían suyas para cuidar.
Diez años después, escribo iluminada por la lámpara india de mi padre, en una cama aún demasiado grande para mis catorce primaveras. Cuido la casa mientras mi hermano mayor va a la universidad, él estudia ingeniería. Mis hermanas salieron al cine con mi padre, fueron  a ver una película fantástica.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Desafío: 50 Libros para el 2011

50/ 50 libros leídos. 100% listo

1.Doctor Shivago, Pasternak
2. El proceso, Kafka
3. Guerra y Paz, Lev Tolstoi
4. Los hermanos Karamasov, Dostoievski
5. El jugador, Dostoievski
6. Crimen y Castigo, Dostovieski
7. Cuentos rusos, Varios (selección de Borges)
8. Reflexiones sobre la Compasión, Dalai Lama.
9. Tao te king, Lao Tse
10. Genji monogatari, Murasaki Shikibu
11. El existencialismo es un humanismo, Sartre
12. Sexualidad y poder, Vigilar y Castigar, Michel Foucault
13. El crepusculo de los ídolos/Gaya ciencia/Más allá del bien y el mal/Zaratustra, Nietzsche
14. De la moral, Hume
15. La apología de Socrates,La república, El Fedón, Gorgias, Platón
16.Leyendas y cuentos Taoistas, Chuang-tse, Lieh-tse
17. Slaughterhouse five, Kurt Vonnegut
18. David Copperfield, Dickens
19. La vida es sueño, Pedro Calderón de la Barca
20.Analectas, Confucio
21. La caída, El extranjero, El hombre Rebelde, Camus
22. Ética de Nicómaco, Política, Del Anima, Aristóteles
23. El Capital (I), Manifiesto Comunista, Karl Marx
24. Les Liasons dangereuses, Laclos
25. Antología de Cuentos Orientales
26. El puesto del hombre en el Cosmos, Max Scheler
27. Tendencias oligárquicas de la democracia moderna, Michels
28. The undercovered economist, Harford
29. Freakonomics, Levitt
30. La ética protestante y el espirítu del capitalismo; Escritos Políticos, Max Weber
31. Bhagavad gita, (Mahabharata)
32. Lovely Bones, Alice Sebold
33. El princípe, Maquiavelo
34. Ensayos, obra completa, Ernesto Sabato
35. Sueño en el pabellón rojo, Cao Xue Qin
36. El leviatán, Hobbes
37. El origen de las especies, Darwin
38.Dhammapada
39. El Contrato Social, Rousseau
40. City of Glass, Paul Auster
41. La guerra del Golfo no ha tenido lugar, Braudillard
42. Wen Tzu - Lao Tse
43. On liberty, John Stuart Mill
44. The Road, Cormac Mccarthy
45. The curious incident of the dog in the night time, Mark Haddon
46. El arte de la guerra, Sun tzu
47. El baile de Natasha, Orlando Figes
48. El profeta, Khalil Gibrán
49. Las mil y una noches
50. La Ilíada, Homero.