Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Sobre los animales racionales

Cada vez que un sacerdote desconoce en manera condescendiente milenios de filosofía oriental, cada vez que un político habla en ausencia de contenido, cada vez que los gringos salen a llevar democracia, cada vez que un periodista chileno da una noticia desatendiendo a la más básica gramática o coherencia argumentativa, cada vez que una nueva guerra se proclama como justa, cada vez que una película hollywoodense gana dinero sobre una de Kurosawa o un libro de Stephen King se lee en vez de uno de Tolstoi, cada vez que el capitalismo sabe llamarse racional o el comunismo se piensa igualitario, me acuerdo del "animal racional" que alguna vez un griego (quién más) creyó ver en esta escoria ignorante que es el hombre, no lo encuentro, y sonrío.

Yo también tengo mis maestros. No los llamo santos. Mis maestros fueron seres humanos, como inquisidores y militares imperialistas, ellos están muertos. Ya no pueden sufrir ni sentir nada. El único inmortal es a quienes sus hijos y nietos recuerdan. Freud, Marx, Nietzsche, Darwin, Sartre. Hay gente que intentó por cuantos medios hay de pensar en arreglar el sufrimiento que acaece cotidianamente. Hay otros que niegan la misma existencia de nuestra patética condición, la de mortales, la de animales.

Pero yo no he visto, y dudo ver en lo que me queda de tiempo, a ningún mono que abandone su esposa e hijo para irse a gastar en tragos. No he visto a ningún león que, habiendo conseguido su manada, se arme con lanzas para conquistar África entera. No he visto a ningún gato que se interese por el petróleo de Irak, tampoco una ballena que juzgue inmorales a los delfines, por pertenecer a una especie distinta. Nadie inventó la bomba atómica pensando en la naturaleza; mucho menos considerándose parte de ella.

¿Y qué de esta manía por la esencia de las cosas? ¿Es que los árboles existen en manera distinta al sol? ¿Es que hay que buscar necesariamente la superioridad de nuestra época, de nuestro credo, de nuestra ley, por sobre cualquiera otra acontecida?

No me lo creo, ni me interesa continuar denunciando. Tanta razón y proeza no nos ha traído un segundo de ventaja por sobre la completa manifestación de lo vivo para alcanzar lo que hemos, tan racionalmente, llamado "felicidad". Si para algo sirviesen las palabras "decencia" o "miseria", no habría tanta escoria ignorante andando con el nombre de "humano". No, aquí no sirven las meras palabras, pero hay que estar consientes de cuáles, y por qué las pronunciamos.

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