Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

sábado, 14 de mayo de 2011

Viaje al Espacio

  
- Torre de control a Tomás, torre de control a Tomás
- Te escucho torre de control
- iniciando lanzamiento en 10, 9, 8…
Tome una píldora de vitamina, respire el puro oxígeno dentro del casco y cerré mis ojos.
… 0
Un gran ruido y el fuego del despegue me estremecieron, deje atrás la imaginación y el pensamiento, lleno de emoción y ansioso me encontraba en mundo de quimeras, asombrado por un impulso que parecía no ceder.
-          Estamos en órbita
El viaje a través de la atmosfera transcurrió en un frenesí de sudor y rápidos latidos. Me encontraba solo entre las estrellas.
-          Felicitaciones chico, lo has logrado
Sonreía como un niño antes de contestar.
-           Gracias
Fuera de la tierra, a miles de kilómetros de todo ser humano, a la deriva de mi nave me encuentro contemplando el mismo  cielo nocturno conocido que en mi infancia admiraba. Ahora, un extraño en el universo, floto hacia donde voy, las estrellas se ven muy distintas hoy.
 Aquí me siento en una gran lata, lejos arriba del mundo, el planeta tierra es azul y por toda la vertiginosa distancia, me siento completamente quieto. Mi nave conoce mi destino.
-          Torre de control a Tomás, torre de control a Tomás, tenemos un problema
-          Aquí Tomás, ¿Qué sucede?
-          Tu circuito está muerto, la comunicación se cortará ¡Tomás, no podrás volver!
No hubo ningún pensamiento ante el escalofrió incesante, mis ojos saltaron y mi visión se torno borrosa, mi mano comenzó a temblar.
-          Torre de control, díganle a mi esposa que la amo
-          Torre de control a Tomás, torre de control a Tomás, tu circuito está muerto.
-          Torre de control a Tomás, torre de control a Tomás ¿Me oyes Tomás?
-          Torre de control a Tomás, To-
Conociendo su solitaria muerte, el hombre abrió los tanques de oxigeno y preparó una chispa.
Inmerso en una bola de fuego silenciosa, inmerso en los páramos desconocidos, anónimo al universo, el planeta tierra era azul y no había nada que yo pudiera hacer.

Ecuaciones

La alta noche invitaba hueste de infames y anónimos a las puertas abiertas de tornados y cantinas. El grupo caminaba decididamente en busca del lugar más apropiado, se presento ante ellos una pocilga de humildad franciscana, un antro de aquellos donde las hordas marchan a perderse en batallas ya rendidas ante visiones borrosas de anhelo o ausencia, a veces exceso de juicio, a veces vacíos sedientos.
Entraron al purgatorio de mesas inmundas con alegría, aquel polvo del ambiente otorgaba una noble suciedad, nadie preguntaría nombres ni contaría épicos cuentos de heroísmo, nada era necesario más que las escasas monedas pagadas por el Caronte que era una botella. Tan ajenos como eran, habían cruzado un umbral invisible, pero aquella realidad permanecía menos vil, menos real que esos programas televisivos y novedades relevantes de la cultura, ocultos en su mente, acechando en busca de oportunidad para saltar sobre su conciencia.
Se sentaron, María y Layla a la izquierda, Wilhelm y  François a la derecha. Pidieron algo sensato y crudo, a pocos metros de ellos un hombre vomitaba su última cena.
-¡Beatificaron a Juan Pablo II! – dijo François con desprecio
-¡Sí, supe! Contesto entusiasta María, ignorando el tono sarcástico del primer comentario
Wilhelm extraía por tercera vez en la noche un cigarro de la cajetilla, al tiempo que chispaba el encenderos y fumaba con los ojos cerrados, inhalo el tibio aire de tabaco y nicotina y expulso tranquilo, renovado, como dispuesto a comenzar un nuevo día tras salir el sol.
-          ¿Te parece mal? – dijo Layla con tono burlesco a François
-          Dama, a mi no me parece nada ¡A todo el mundo no católico le parece mal!- alzo la voz al decir esto, claramente alterado.
-          ¿Por qué? – dijo María con enorme disposición a conversar
-          Pues porque nuevamente la Iglesia sale con una campaña de Marketing a la conquista de la subjetividad de las personas, a esconder y esquivar la realidad olímpicamente con abstracciones y disculpas inútiles, lejanas, para evitar pecados que ya en todo el mundo son crímenes, para olvidar lo que ellos han hecho y tildarlo de ficción, para…
-          ¿Y tú qué opinas de esto? – dijo Layla mirando a Wilhelm
Los ojos del fumador se encontraban posicionados en reflexión sobre el cuello de Layla, que desplegaba en aquel momento un collar Oriental con un símbolo “Ohm”. Despertó de un profundo malestar filosófico a la cotidianeidad, arrancado de las esferas y jaulas de oro por la pregunta directa apuntada a él. De repente recordó donde estaba, qué hacía y más importante aún, quién era esa mujer frente a él, esa mujer con la cual ya había intercambiado numerosas conversaciones, con la cual parecía perfectamente razonable suponer un estrecho e inexplicable lazo de cuerdas flojas caracterizado como química.
-           Ah, yo ehh, supongo que ya no espero mucho de la Iglesia. – dijo sin darle importancia mayor al  asunto.
François sopesaba numerosos argumentos contra la previsible defensa, calculaba con rapidez cual sería el siguiente ángulo de ataque apropiado, qué pieza mover, que alfil o qué rey proteger, hacía todo esto mientras se llevaba un mugriento vaso de plástico a la boca y bebía cerveza sin saborearla.
-          ¿y cómo te ha ido? – dijo María
François abandono un ejército de constelaciones y conexiones, cayó estrepitosamente a la vulgar contingencia.
-          “¿Qué cómo me ha ido?” – pronunció estas palabras en silencio
-           Bien, me ha ido bien – dijo actuando una sonrisa, que rápidamente se convirtió en una verdadera debido a su cómica reacción.
Recordó en ese momento que su deber aun no había terminado.
-          ¿Y a ti?
 María entendía perfectamente todo lo acontecido, era, en efecto, su jugaba, extraerlo con una fugaz trivialidad. Sorprendentemente eficiente había sido, tan victorioso movimiento, de hecho, que François no sabría nunca que había perdido.
-          Me ha ido bien, gracias – dijo sonriendo de manera natural – Hoy fui al supermercado y me regalaron un chocolate por estar de cumpleaños.
-          “Carajo, está de cumpleaños”- pensó - ¡Oh! ¡Feliz cumpleaños! – dijo disculpándose con una sutil risa pícara.
-          Gracias – dijo María, a quien le tenía sin cuidado su saludo.
Abrió sus ojos a la escandalosa luz de la sala de clases. Adelante el joven y entusiasta profesor hablaba en una lengua incomprensible.
¿Pero qué demonios está pasando aquí?
El sueño lo había ya abandonado.  Una mancha de saliva dibujaba un círculo sobre la blanca hoja de cuaderno.
-          ¡29.179 – 15.954! Bueno,  a mi me da pereza hacer esta resta ¿A alguien más me da pereza hacer esta resta? – dijo el profesor dando la espalda a la pizarra, levantando la mano y sonriendo, en una singular comunión de teatro gestual.
En la sala decenas de cabezas miraban al frente sin alterar dirección ni pronunciarse. La situación perpetuaba como una piedra silenciosa, inamovible, desconocida. No había nombres allí.
“¿Pero desde cuándo que en el supermercado celebran el cumpleaños de alguien?” – dijo entre estupor y vergüenza.