Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

martes, 15 de abril de 2014

Multidisciplinareidad

El uso de GIS en historia responde a las necesidades de cuantificación y visualización como herramientas de investigación. La división de estudios cuándo/dónde en historia y geografía puede ser reducida a través de nuevas posibilidades virtuales. Toda pregunta histórica, y usualmente también las fuentes, tienen dentro preguntas e información espacial que los historiadores no han tratado con frecuencia. Estas nuevas ideas y fronteras han dado frutos en distintos trabajos, pero son todavía ajenas al mainstream del oficio.
El tratamiento del espacio por parte de los historiadores vendría a sumarse a una larga lista de ampliaciones a la disciplina desde el último siglo. Por un lado, parece esperable que a medida que la sociedad se vuelve más compleja y la economía más especializada las profesiones científicas se han vuelto más específicas. Lo propio ha ocurrido, por ejemplo, con la palabra “literatura”, que hace algún tiempo significa nada más que aquello que está escrito en letras. Sin embargo, también parece sensato suponer que visto que el mundo es solo uno y las ciencias tantas, la subdivisión excesiva de fragmentos de estudio puede cerrar nuestros ojos a verdades importantes que una aproximación multidisciplinaria salvaría. En jerga económica, el estudio de un tema, e incluso una disciplina, podría estar sujeto a rendimientos decrecientes, y el decimocuarto libro sobre la edad X podría enseñar menos, incluso sobre la edad X misma, que el primer libro sobre historia de la economía mundial.
Un capítulo de la Muqaddimah está titulado “Las demasiadas obras sobre un mismo tema dificultan la adquisición de la ciencia de que tratan.” Ciertamente parece un capitulo extraño para encontrarse en un libro de historia, por muy total que fuese y aunque lo que diga sea cierto. En el opuesto extremo están capítulos de nombres increíblemente ambiciosos (aunque tal vez menos que la “Big history”) como “Cómo se forman los imperios” o “Sobre las predicciones que conciernen a las dinastías y las naciones (…)”. Sabemos que el libro de Khaldún es un clásico y que ayudó a inspirar a los Annales. La cantidad de páginas dedicada a la geográfica es por cualquier estándar sorprendente. También se ha considerado que la idea de una historia total es de por si absurda y el formato anticuado. Khaldún, o al menos sus capítulos de pretensiones científicas, parecían condenados al olvido. Sorprendentemente, el biólogo Peter Turchin,  que se especializa en análisis matemático de poblaciones y  biología evolucionaria, ha retomado el libro de Khaldún y lo ha modelado cuantitativamente en Historical Dynamics: Why States Rise and Fall (2003). El que fuera un biólogo evolucionario inmediatamente trajo a mis ojos una verdad evidente que no estaba en mi mente: los seres y las sociedades humanas son poblaciones de seres vivos. La biología evolucionaria ha tomado parte de la multitud de estudios en complejidad modelando el comportamiento de sistemas vivos. Si se puede hacer lo propio con bacterias e incluso pájaros (no veo motivo para insultarlos diciendo que son formas de vida simples) podría intentarse con humanos. Los resultados son demasiado interesantes para resumir aquí, pero junto con otros desarrollos, dan la sensación de un posible salto paradigmático (o multi-paradimático) en los estudios históricos. Como dice Knowles, habrá que esperar para saberlo. 
A medida que nos vemos enfrentando el cambio climático, recordamos que también la tierra que habitamos tiene historia. Vale la pena preguntarse ¿Cuán distinta habría sido la historia si Pangea no se hubiera dividido? Para empezar, todas las civilizaciones agrarias se habrían topado, pues no habría habido mares para separarlas.  
Volviendo sobre el asunto de la especialización, creo que la simplicidad de un niño puede enseñarnos mucho. Sobre casi cualquier cosa puede preguntarse ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuántos? ¿Por qué? (en distinto orden dependiendo de la facultad a la que vayamos). Referido a lo que nos atañe, la pregunta cómo y la pregunta cuándo tiene, en el caso de un evento determinado (comenzar por cuándo) la forma de la descripción, cómo empezó la primera guerra mundial, por ejemplo. La pregunta cuántos requiere cierta atención que creo a veces ignoramos y tiene gran potencial (por ejemplo, Steven Pinker publicó un libro hace poco sobre la caída en la violencia con fuentes cuantitativas que va en contra de las décadas de pesimismo sobre el progreso post II guerra mundial). La pregunta por qué tiene cierta ambigüedad, por un lado podría decirse que el asesinato de este hombre es una causa, por otro, que el colonialismo, luego nuestro niño, sin la timidez de investigador especializado, pregunta ¿por qué el colonialismo? La cadena podría terminar intentando explicar por qué nuestra especie es tan violenta, observación que el etólogo Konrad Lorenz hizo al comparar con cualquiera otra especie conocida. También traería a la mesa de discusión a filósofos, teólogos y literatos. Al respecto tengo tres observaciones a) El orden de las preguntas altera el tipo de resultado b) Por el momento, más de tres preguntas nos pone inmediatamente en territorio de vanguardia y de ello c) Sería muy difícil, especialmente dado que cada ciencia produce más conocimiento cada día, dar respuestas satisfactorias para todos. Ello no implica que no sea buena idea, y tal vez necesario, ser más como un niño a veces. Un requisito evidente sería que tendríamos que trabajar más en grupo y con gente de distintas ciencias, que también me parece buena idea.

domingo, 13 de abril de 2014

Para una historia global



La historia global constituye un fenómeno de considerable importancia en el desarrollo de la disciplina. Aparte de algunos trabajos independientes (Toynbee, Spengler) su novedad se inserta en el contexto de la globalización, en buena medida como respuesta a ella. Surgió como un intento por responder a múltiples necesidades de estudiantes, principalmente en EEUU, que crecientemente podían legítimamente identificarse con una tradición distinta de la occidental y para quienes la historia nacional o la historia occidental era insuficiente. Por tanto, el origen de la disciplina no vino de la investigación, sino en buena medida de la educación. El punto no es gratuito porque llama la atención sobre lo tardía de la empresa y el grado de conservadurismo de los historiadores al respecto, al tiempo que diverge de la historia desencantada con relatos ambiciosos que siguió al posmodernismo y la crisis de las utopías a fines del siglo XX.
Algunos cuestionan la novedad del proceso de globalización en la medida que ningún país ni región es, como diría Toynbee, una entidad históricamente inteligible por sí misma. Sin embargo y como apunto él mismo en A Study of History, a medida que nos acercamos a la edad más reciente el aislamiento del territorio disminuye. Llegado el siglo XX la globalización puede al menos comprobarse en el desarrollo tecnológico que afecta la vida cotidiana de los individuos. Por otro lado, el contacto cultural evidencia una hegemonía estadounidense en primer grado, anglosajona en segundo y occidental en tercero. Ello no ha impedido una importante contribución a disminuir el etnocentrismo tradicional y el vacío orwelliano en que se encuentran los estudios históricos con respecto a cualquiera cultura distinta de la propia. Por otro lado, nuestra deuda con la verdad sin duda ofenderá la sensibilidad de tradicionalistas, como lo harán las omisiones necesarias del caso. Si bien no se ha creado para traer a occidente al tribunal, sí vale la pena considerar que la aproximación global tendrá menos independencia con respecto al balance de poder internacional que el nacional.
Vemos aún defensas hacia la propia civilización sobre lo otro. Los historiadores usualmente se hallan reacios a la teoría (aunque no la de las ciencias sociales). Aún sin intentos magnos de explicación total, resulta visible que el marco nacional es pre-paradigmático y constituye simplemente “la teoría más antigua” como diría Keynes. No obstante, que la nación sea una "comunidad imaginada" nos da buena esperanza sobre extender la comunidad, bien sabemos que los estados nación son una creación reciente y no hay países que no contengan varias etnias dentro de sus fronteras políticas. Creo que debemos decir aquí que la historia de cualquier tipo responde a una necesidad cognitiva por los hechos y las causas, y emotiva por la identidad y el recuerdo (para quienes viven toda su vida en un país, se mezcla con el personal). La historia global entonces, provee una oportunidad para aumentar nuestro conocimiento,  pero sin duda también y para mí, con mayor importancia, una ocasión empática hacia la construcción de identidades armoniosas y de, no temo decirlo, la paz en el mundo. El rol estrictamente útil que cumplen los intelectuales en la sociedad es mejorarla a través del pensamiento. Sería a mi juicio un error permitir que nuestra necesidad de empirismo con respecto a evitar discusión sobre el futuro nos impida servir hacia la construcción de él. Por otro lado, el tamaño del mundo hace que una historia global corra peligro de confundir causas eficientes con causas finales, especialmente porque la disciplina ha nacido como respuesta a la demanda de gente concreta con miedos y aspiraciones en contextos de multiculturalidad pero en relaciones asimétricas tanto culturales como de clase, que se agravan en varias sociedades del primer mundo (Harman, A people’s history of the World).
Sin embargo, la historia global no puede, por la dimensión de la tarea, estar falta de método. Posibles aproximaciones incluyen estudiar el desarrollo de las civilizaciones y establecer comparaciones entre ellas, los contactos y las fuerzas globales históricas como enfermedades (McNeill) o nuevas formas de comercio. Evidentemente, todas las aproximaciones están relacionadas y por tanto deben ser usadas en conjunto.
Persiste cierta mala disposición general a hacer historia "demasiado grande". Al respecto hay un dicho, hasta donde sé alemán, que dice “El bosque no deja ver el árbol” y otro coreano “El árbol no deja ver el bosque”. Cierta broma al respecto va: “Si el árbol no te deja ver el bosque, dale un par de hachazos.” Como queda claro, el motivo para tomar un marco más amplio no es meramente científico. El universalismo cosmopolita no es, a mi juicio, un humanismo, pues nadie ama ni conoce al hombre abstracto, sino a personas particulares. Por tanto lo que queremos es hacer una historia global que incluya a los grupos de modo que el encuentro con ellos sea como con un vecino con el cual se establece una conversación y con el cual comparto un mismo barrio, aunque cada uno tenga su propia vivienda (ver esquemas al final). Visto que la necesidad emocional por identidades no va a decaer sino que, con toda probabilidad, aumentar con el peligro de desarraigo que la globalización trae, mantener un sentido de lo propio mientras se proyectan círculos concéntricos de comunidad es una buena manera de intentar un diálogo entre el exceso de universalismo y el de particularismo con sus propias deficiencias racionalistas o románticas. 

                                                                                     Francesco Gissi
 
 Los modelos son muy simplificados y no toman en cuenta, entre otras cosas, que la identidad es múltiple y su primacía varía dependiendo del contexto. Por otro lado, la importancia de la identidad de grupo nación también ha recibido una atención exagerada en la historiografía, en parte debido a la concentración de poder en el Estado.