El uso de GIS en historia responde a las necesidades
de cuantificación y visualización como herramientas de investigación. La
división de estudios cuándo/dónde en historia y geografía puede ser reducida a
través de nuevas posibilidades virtuales. Toda pregunta histórica, y usualmente
también las fuentes, tienen dentro preguntas e información espacial que los
historiadores no han tratado con frecuencia. Estas nuevas ideas y fronteras han
dado frutos en distintos trabajos, pero son todavía ajenas al mainstream del oficio.
El tratamiento del espacio por parte de los
historiadores vendría a sumarse a una larga lista de ampliaciones a la
disciplina desde el último siglo. Por un lado, parece esperable que a medida
que la sociedad se vuelve más compleja y la economía más especializada las
profesiones científicas se han vuelto más específicas. Lo propio ha ocurrido,
por ejemplo, con la palabra “literatura”, que hace algún tiempo significa nada
más que aquello que está escrito en letras. Sin embargo, también parece sensato
suponer que visto que el mundo es solo uno y las ciencias tantas, la
subdivisión excesiva de fragmentos de estudio puede cerrar nuestros ojos a
verdades importantes que una aproximación multidisciplinaria salvaría. En jerga
económica, el estudio de un tema, e incluso una disciplina, podría estar sujeto
a rendimientos decrecientes, y el decimocuarto libro sobre la edad X podría
enseñar menos, incluso sobre la edad X misma, que el primer libro sobre
historia de la economía mundial.
Un capítulo de la Muqaddimah
está titulado “Las demasiadas obras sobre
un mismo tema dificultan la adquisición de la ciencia de que tratan.”
Ciertamente parece un capitulo extraño para encontrarse en un libro de
historia, por muy total que fuese y aunque lo que diga sea cierto. En el
opuesto extremo están capítulos de nombres increíblemente ambiciosos (aunque
tal vez menos que la “Big history”) como “Cómo se forman los imperios” o “Sobre las predicciones que conciernen a las
dinastías y las naciones (…)”. Sabemos que el libro de Khaldún es un
clásico y que ayudó a inspirar a los Annales.
La cantidad de páginas dedicada a la geográfica es por cualquier estándar
sorprendente. También se ha considerado que la idea de una historia total es de
por si absurda y el formato anticuado. Khaldún, o al menos sus capítulos de
pretensiones científicas, parecían condenados al olvido. Sorprendentemente, el
biólogo Peter Turchin, que se
especializa en análisis matemático de poblaciones y biología evolucionaria, ha retomado el libro
de Khaldún y lo ha modelado cuantitativamente en Historical
Dynamics: Why States Rise and Fall (2003). El que fuera un biólogo
evolucionario inmediatamente trajo a mis ojos una verdad evidente que no estaba
en mi mente: los seres y las sociedades humanas son poblaciones de seres vivos.
La biología evolucionaria ha tomado parte de la multitud de estudios en complejidad
modelando el comportamiento de sistemas vivos. Si se puede hacer lo propio con
bacterias e incluso pájaros (no veo motivo para insultarlos diciendo que son
formas de vida simples) podría intentarse con humanos. Los resultados son
demasiado interesantes para resumir aquí, pero junto con otros desarrollos, dan
la sensación de un posible salto paradigmático (o multi-paradimático) en los
estudios históricos. Como dice Knowles, habrá que esperar para
saberlo.
A medida que nos vemos enfrentando el cambio
climático, recordamos que también la tierra que habitamos tiene historia. Vale
la pena preguntarse ¿Cuán distinta habría sido la historia si Pangea no se
hubiera dividido? Para empezar, todas las civilizaciones agrarias se habrían
topado, pues no habría habido mares para separarlas.
Volviendo sobre el asunto de la especialización, creo
que la simplicidad de un niño puede enseñarnos mucho. Sobre casi cualquier cosa
puede preguntarse ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Cómo? ¿Cuántos? ¿Por qué? (en distinto
orden dependiendo de la facultad a la que vayamos). Referido a lo que nos
atañe, la pregunta cómo y la pregunta cuándo tiene, en el caso de un evento
determinado (comenzar por cuándo) la forma de la descripción, cómo empezó la
primera guerra mundial, por ejemplo. La pregunta cuántos requiere cierta
atención que creo a veces ignoramos y tiene gran potencial (por ejemplo, Steven
Pinker publicó un libro hace poco sobre la caída en la violencia con fuentes
cuantitativas que va en contra de las décadas de pesimismo sobre el progreso
post II guerra mundial). La pregunta por qué tiene cierta ambigüedad, por un
lado podría decirse que el asesinato de este hombre es una causa, por otro, que
el colonialismo, luego nuestro niño, sin la timidez de investigador
especializado, pregunta ¿por qué el colonialismo? La cadena podría terminar
intentando explicar por qué nuestra especie es tan violenta, observación que el
etólogo Konrad Lorenz hizo al comparar con cualquiera otra especie conocida.
También traería a la mesa de discusión a filósofos, teólogos y literatos. Al
respecto tengo tres observaciones a) El orden de las preguntas altera el tipo
de resultado b) Por el momento, más de tres preguntas nos pone inmediatamente
en territorio de vanguardia y de ello c) Sería muy difícil, especialmente dado
que cada ciencia produce más conocimiento cada día, dar respuestas
satisfactorias para todos. Ello no implica que no sea buena idea, y tal vez
necesario, ser más como un niño a veces. Un requisito evidente sería que
tendríamos que trabajar más en grupo y con gente de distintas ciencias, que
también me parece buena idea.