Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

lunes, 11 de abril de 2011

El restaurant


Era un restaurant chino en el centro de la ciudad, en él se encontraban una familia devorando, un dueño chino  trabajando de cajero con y la mujer contratada para atender la barra de alcoholes. Sentado en aquella barra reposaba tumbado en su vaso un hombre desplegando una bufanda, una boina y una verde chaqueta sucia, que tragaba calmadamente su orden.
-Pedrito, te llaman, probablemente sea trabajo - dijo la doncella de la barra presentándole un antiguo teléfono fijo en la mano al hombre.
-No me interesan esos trabajos mafiosos que llegan, ¡este es un lugar familiar maldición!
-¿No eres muy digo tú? Pensaría que el vago hace lo mejor que puede con lo poco y miserable que llega, ¡ni que sobrara sol para todos!
-Sonó muy bien eso, deberías hacerte poeta – dijo el hombre tragando el último sorbo con el vaso empinado.
-Por supuesto que sonó bien, paso día y día detrás de esta barra entre tragos, quién más artista o labor más dramática – dijo la mujer colgando el teléfono.
-¿Vas a salir hoy? Tenía pensado hacer algo – dijo el hombre levantando su rostro por primera vez en minutos.
-¿Qué, me estás invitando? ¿No ves la ironía de un vago invitando una camarera a tomar?
-Que no soy un vago te dicen, solo hago trabajos parciales – dijo colocando sus dedos alrededor del frio vaso vacio.
La mujer rio indisimuladamente.
-Mira, si limpias el baño y me ayudas a cerrar salgo contigo – dijo limpiando un vaso en el aire
-Trato hecho – dijo el hombre sin alterar su rostro
-Tus estándares son… curiosos
El hombre sonrió
-Siempre es bueno ser curioso, un tipo arruinado interesa, un hombre con valores no es un hombre.
-¿Y eso? ¿El literato del capitalismo? – dijo guardando los vasos limpios la camarera
Mientras, en la mesa central, atragantándose de comida se atiborraban un padre, su hijo y su amante, la última interpretaba momentáneamente el rol de compañera de trabajo.
-¿Cómo te ha ido en el colegio? Preguntaba la mujer en un desafortunado intento de parentesco con el niño.
-Mal, estoy rodeado de estúpidos. – reclamó el jovencito
-¿por qué dices eso?-dijo el padre notoriamente molesto, sintiéndose aludido.
-No pertenezco, debo ser un extraterrestre que perdió el camino.-dijo el niño tomando su celular para jugar.
“Uno de los varios millones que hay cada año en los colegios” - pensó la amante
-No te preocupes, ya te adaptarás.- dijo ella
El padre comía en silencio, sumido en las curvas que su tenedor hacía en la cerámica, tejiendo y destejiendo los fideos chinos con cada bocado.
Por la puerta irrumpía un hombre de mediana estatura cargando una devastada guitarra.
-Buenas tardes damas y caballeros, les vengo a tocar un ritmo andino de mi país, si gustan cooperar pueden hacerlo…
El hombre comenzó una hermosa melodía
-Eso tendría que hacer yo, algo honesto. – declaró tajantemente el hombre de boina
-No te iría bien, además los hombres honestos no son interesantes.-decía la camarera mofándose con una sonrisa.
-Dame la escoba y el paño mejor será, que el baño no se limpia solo
-Te caliento fideos mientras, como pago
“gracias”-pensaba él en silencio, encaminándose a su labor
-Gracias, gracias-agradecía reiterativamente el hombre de la guitarra al concluir su canción
El hombre de la mesa central recibía un mensaje de su esposa en el celular:
“lo sé todo”
Lo contempló por unos segundos, durante los cuales una mueca imperceptible se posó sobre sus labios. Se rascó la cabeza una vez, luego continuó comiendo.
El trapeador humedecía el piso del baño, ya inundado por orina y sospechosas sustancias. El lavatorio, manchado con colores de dudosa procedencia recibía el cigarro fumado, mientras el hombre calentaba su voluntad y acomodaba su espalda para proceder.
“todo los malditos desgraciados en el mundo quieren una historia, pff, ilusos”
Pasado un rato de fregar y divagar en lamentos, la puerta se abrió violentamente
-Ya estamos casi, lávate las manos y ven-dijo la mujer de la barra
- Ok, ya casi estoy también. – dijo el hombre, ansioso.


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