Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

miércoles, 9 de marzo de 2011

Critica al alma platónica


Si hubiese una entidad inmaterial trascendente que comprendiera nuestra existencia y determinara nuestras características humanas más fundamentales, ¿sería esta necesariamente distinta de la materia sujetada por el mundo y las pasiones que es el cuerpo? A primera vista pareciera que ambas conviven en polos opuestos del ser humano, incluso, cuando visto desde una filosofía auto afirmativa que, debo decir, se entrelaza con el credo religioso, el alma se puede llegar a considerarse “lo bueno, lo necesario, lo absoluto” y el cuerpo, el mundo y todo lo que hay en él obstáculos para la vida contemplada que el filosofo de cátedra- de la cátedra antigua- nos querría enseñar. La necesidad del hombre para cuestionarse por el mundo, la muerte, el conocimiento y la búsqueda de verdad impregna en sí mismo una marca imborrable que lo “contamina” de convicciones, si el alma determina el sentido de la vida, eso implicaría que necesariamente tendría que haber un sentido de la vida?  Pero y si la vida tiene el sentido que le doy yo, no parecería entonces que “yo” y “alma” no son cosas tan distintas?  ¿Dónde está el límite? Si la vida contemplada abstraída de lo mundano- lo que uno defina como mundano- nos llevara a definir el sentido de la vida bajo estándares extra materiales, seria esa la única manera de determinar deseos distintos a los inmediatamente condicionados por los entes mas inmanentes y superfluos.
Anima- animar es un concepto que en el mundo antiguo representaba moción, distanciando tortugas de rocas. Con la ciencia biológica se ha nivelado lo inerte en el ámbito de la energía y los procesos celulares, sin embargo permanece igualmente bueno el origen. El alma anima porque mueve, y mueve porque vive, vive en un lugar y hacia un lugar o momento deseable que nunca alcanzará y todo aquel que quiera negar esas circunstancias estaría entonces rechazando la libertad de acción en cambio por una libertad imaginante de la razón, este “mejor de los mundos posibles” que permite la conciencia en el cual podemos cuestionarnos sobre una cueva oscura mientras estamos en caída libre. En ese sentido, la realidad, cualquiera que sea, tiene un peso ontológico sobre el ser humano porque determina sus condiciones de ser, le faculta su existencia y su libertad y en cuanto la permite, la obstruye.
 Como cualquiera puede ver, definir realidad es algo que en sí mismo representa una complejidad característica de aquello que roza con lo divino ¿por qué? Porque nadie entiende qué es Dios y así mismo, nadie entenderá nunca qué es la realidad. Ni siquiera el Kantiano más ferviente puede negar que el idealismo en  sí, una manera de caracterización en base a negación de objetividad que, en tanto objetiva porque considera la propia subjetividad del hombre asimila la ciencia, pero así igual que ella resulta en una respuesta que simplemente termina por generar problemas en la desviación de la pregunta, o avanza a través de los caracteres definidos por está negación. Si el alma es como la realidad, incognoscible, pero la búsqueda de nobleza y virtud debiera caracterizarse por la negación de la realidad material (así mismo una realidad indefinible), entonces el alma es algo bastante paradójico. El mismo lenguaje admite una cierta trampa lógica que acerca-si no une- a Platón con el sofismo al cual su maestro antagonizaba. ¿Es noble la búsqueda de verdad? Si se reflexiona sobre la realidad es en cierto modo porque el intelecto y la razón ansían cambiarla. Y cambiarla nace de algo tremendamente potente: Que nos importa.
Si nos importa la realidad, y por eso pensamos en ella, si nos importa ser nobles y debido a ello, reflexionamos sobre el conjunto de actividades y resoluciones a las cuales consideraremos nobles y dignas de aspiración, entonces estamos abandonando de por sí el alma que vive en las esferas celestiales, en el hades o en el reino de las ideas. Estamos despiertos al mundo terrenal y esa alma, esa condición intelectual crítica que caracteriza a la filosofía moderna desde Descartes es un alma que yo considero virtuosa. Una que está al servicio de la transformación, reconociendo a su vez su ignorancia, y que de tal modo, toda transformación necesita contemplación de modo que, aunque represente huir de aquello que condiciona nuestros deseos, podamos en el fin de nuestras cortas vidas o existencia- como quiera decirlo- sonreír con la idea, aun ingenua, de que hemos significado algo, y hemos tenido algún sentido.

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