Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

domingo, 13 de febrero de 2011

Vivir en el arte


“Si la música es alimento de amor, tocad
Dadme en exceso, esa plétora
Que el apetito enferme, y así morir”
                                Duodécima noche, Shakespeare
Puede ser un capricho, pero me parece que la palabra artista está demasiado desprestigiada para nombrar a alguien respetable. La especialización se ha encargado de señalar, pues hoy artista significa algo cerca de “el que gana dinero con el arte”, vaya mal concepto, que entre los artistas yo veo pintores, actores, gente que hace arte, no consumida por él ¿Llamaría yo a Leonardo un artista? De ninguna manera, Leonardo era alguien que con su tiempo pintaba con maestría, haciendo hermosura con cada pincelada.
Quisiera explorar lo que pasa con muchos grandes artistas y es que, como se puede prever por el título, ellos y solo ellos viven en el paraíso e infierno que significa rodearse de flores y torturas. Distanciarse de la realidad física, envolverse en el arte, es, de un modo u otro, ser un egoísta y un exagerado. Los artistas tienen más permisos, viven dentro de sí mismos y a menudo, son unos verdaderos despreciables desgraciados. El hombre común por el contrario, a veces necesita más de expresión atemporal, más vivir en otro tiempo, ser Atila por un rato.
A veces los tiempos cambian y ganamos la gracia que trae un presente feliz. Evitar un futuro belicoso requiere, además de una diplomacia excepcional, prestar especial atención a los acontecimientos del pasado. “Después de Auschwitz no se puede escribir más poesía” es un problema con el cual la mayoría de nosotros no vive, y justamente por ello debemos empatizar con los desdichados. No aceptar que se haya olvidado Auschwitz, porque para lucidamente haber experimentado aquel infierno habría que tener ahora más de 80 años, y eso me asombra. Feliz de que las tragedias posteriores no hayan sido de tal dimensión, pero triste porque ellas mismas prueban que aquellos dictadores y asesinos viven demasiado lejos del arte y la memoria, en pasajes y laberintos confusos de la razón, como reflexiones y ecos de Hitler.
Creer al ser humano bueno por naturaleza es una ingenuidad deseable y, consciente de ello, entiendo la necesidad de un estado “Donde comienza el Estado, allí termina el hombre” Pero comienza, muy tímidamente, a pasitos, la paz. Sin embargo esas pulsiones tanáticas viven lejos de Rousseau y del ser humano abstracto. Entonces, sin hacerse miembro de una iglesia o una de esas verdades, de esas personas que nunca se equivocan ¿Qué hacer con ellas?
Lo que voy a escribir a continuación está tan lejos de la realidad, también de mi realidad, que más vale entenderlo cognitivamente que sufrir por aplicarlo positivamente. Y en esto altamente polémico en occidente diré, atentar contra el cuerpo es un crimen de naturaleza, porque es una ofensa contra la misma. El cuerpo es, después de todo, el contenedor del alma, y cuan ajeno pueda ser a ella, es a través de él que evapora, escupe y brilla. Destruirse a si mismo concluye, finalmente, con la corrupción del alma misma. Ahora bien, si quieres ver televisión, comer McDonald’s, beber alcohol, adelante, el cuidado es detener la putrefacción del alma, porque, honestamente, a veces nos merecemos dar y recibir una buena patada de la naturaleza.
De “El malestar de la cultura” y “el origen de la tragedia” podría parecer un argumento en contra de esta condición que se podría nombrar apolínea, que propongo. Es en el arte donde pienso yo, debe y puede salir esta bestia maniatada que es el ser humano, para superar la neurosis no es necesario fumar.-a pesar de que “un cigarro a veces es un cigarro”-es en este rincón anómalo del arte donde el lobo feroz puede salir a pasear sin comer ninguna caperucita, ni convertirse en un leviatán.
Queda pendiente definir qué es el arte entonces. Sin pretensiones concluyentes, pienso yo, el arte es simplemente ese rincón donde puede nacer la belleza sublimada. Puede hacerlo (¡y cuanta!) hasta en la más simple tortilla de huevo.

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