Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

martes, 11 de enero de 2011

La tragedia


“Ser o no ser, esa es la cuestión:
si es más noble para el alma soportar
las flechas y pedradas de la fortuna despiadada,
o tomar armas contra un mar de adversidades
y en oposición, terminarlas””…”” Morir, dormir:
dormir, tal vez soñar”
Resulta inevitablemente complejo saber si la tragedia es una invención o un descubrimiento. De tono trágico es el final de cuales pocos pétalos podamos desprender antes que nos devore el sol traicionero, sin embargo las flechas pueden hacer el largo trance hacia las sábanas aun algo más que un reloj de arena descompuesto.
Tanto más trágica es la travesía cuanto necesaria u cercana, dice Aristóteles: “El placer trágico es el de la piedad y el temor” La evolución de la tragedia griega desde algo mágico y de carácter moral, a un relato sumamente realista, del miedo y sufrimiento nuestro al ver los extremos de la desgracia que seguramente nos caza. De la alta retorica y los destinos trascendentes, oráculos y hados horripilantes, a la tragedia cotidiana de la futilidad. El héroe griego de antaño tenia tanto de Apolo como de Dionisio, cual de ambas fuera el origen de su tragedia es otro problema en su totalidad. Clama Hamlet:
No te corrompas, corazón.
Que el alma de Nerón no invada mi ánimo
Pierda yo bondad, mas no sentimiento.”

La lucha es desigual, si el ser se encuentra en oponerse a los dioses o rendirse a la fatalidad no cambia el panorama de búsqueda perpetua. En la obra de Esquilo el antagonista podía ser Zeus tiránico, hoy es el propio Edipo quien forja la lanza que habrá de darle muerte. No se habla de Jesús crucificado como una tragedia clásica, se juzga un descanso en el paraíso, sentado al lado de su padre. La mimesis del espectador con el personaje termina en este desenlace trágico con algo sumamente bizarro: La introducción mezcla al personaje con la persona, el desarrollo determina la tragedia y el final catártico, sea bien de proporciones morales o lamentos épicos, es final en la obra, mas no en la persona. Jesús descansa, Hamlet deja de añorar la sangra de su falso Rey y nosotros aun derramamos lagrimas. Ra roba el día en batalla y en la noche gobierna Apofis, la tragedia es rendirle honor a esas estrellas oscuras que nos tientan a correr. La muerte misma incita la resurrección, y el teatro clásico es con toda seguridad un templo al aire libre.

El deseo al asesinato por justicia, distanciarse de Apolo porque es lo necesario, es esta vivencia paradójica de nobleza imposible que hace caer en el abismo. No se crea una oposición entre la razón y las pasiones carnales, pues tanto la daga envenenada como la mejilla ofrecida son ínfimamente racionales, y corresponden más bien a instintos primitivos. Las más grandes tragedias son las que expresan algo que todos llevamos dentro, debajo de pesadas cargas que lo asfixian, elegir ver cada personaje, de los muchos que hacen cada tragedia propia, es sentir los rayos del sol sin verlo.

Todo el drama de la vida se vive a través de otros, incluso en esos momentos de soledad, varado naufrago en una isla desierta recordamos el cariño de los amados, esta maravillosa posibilidad de convertirse en otro, de ser con él es lo que potencia mirar la luna y a través de ella, el sol completo, en toda su grandeza. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario