¿Para qué podría servir construir una teoría o tesis filosófica sobre una frase como “todavía queda”? Consideré exponer la ya reiterada obscenidad de la razón. Más vale para mi pensar en qué hacer con este absurdo.
Abstracciones completamente apartadas de la realidad, tanto de la concreta como de la introspectiva, no abrazan el más mínimo toque de trascendencia. Por el contrario, brillan por su inutilidad. Es así como silogismos ridículos aparentan profundidad. La oscuridad emociona al ser humano porque las verdades profundas son oscuras, sin embargo, hay también en la oscuridad una sarta de estupideces.
Ilustro con el siguiente ejemplo:
A) El ser es todo lo que el universo comprende
B) La finitud es característica de lo tangible
C) Lo tangible es parte del ser, el cual es infinito.
Por tanto, lo tangible es también, infinito como el ser. Sin embargo lo tangible es finito. Podría decirse entonces que aunque lo tangible es finito, todavía le queda.
Además de la obscura transformación del lenguaje para servir de escudo a la ignorancia pasando por sabiduría (el ser en vez del universo, etc.) estas falsedades posibilitan la perpetuidad del conformismo. Pasamos de la razón a la adoración pseudo-religiosa en la veneración hacia el omnisciente hombre que habla en términos más allá de nuestro alcance.
Puedo asegurar con bastante certeza que usted pensará, si ganase la lotería, su vida cambiaría. Parcialmente tendría la razón. El dinero, aun el táctil, es tan abstracto como el ser, y ocupa las mismas mistificaciones- “poder adquisitivo”-
Resulta que en el tiempo entre ganar la lotería, reclamar el premio y comprar su camisa de ensueño usted no ha cambiado en absoluto. Tampoco lo ha hecho su realidad. Lo que sí ha cambiado es la percepción que se tiene sobre esta melancólica libertad tan oprimida, encarnada en papel pintado.
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