Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

martes, 11 de enero de 2011

La Comedia

 “¿Qué es la comedia? Bueno... la comedia es tragedia, más tiempo”
                                                                                                                 Woody Allen, Crimen y Pecado
Tiempo y distancia es todo lo que hace falta. Lo que la comedia es: Una extensión de la felicidad, la tragedia con ojos blandos. El fatalismo no tiene espacio en la crítica, pues la comedia es, de algún modo, el mal humano en todo su esplendor.
En las primeras obras de Aristófanes, el precursor griego de la comedia se burla de renombradas tragedias, haciendo uso a menudo de fragmentos e incluso personajes de ellas. La comedia es un género teatral, el teatro es una verdad vestida de estafa, menos duele la caída cuanto menos conozcamos al caído. En primera instancia apela a algo que me cuesta aceptar, dada mi convulsión al género, la comedia es la expresión de empatías limitadas.
En esta razón surge un protagonista estereotípico e indolente. Si en la tragedia teníamos a un héroe de ideales fuertes, que lucha contra un destino lacerante, ahora tenemos frente a nosotros a un verdadero despreciable que de mala gana se levanta y se mofa del mundo diciéndole “Ven, pues yo no te sigo” El ladrón, el pícaro, la escoria mas indigna es la risa más retorcida. No podemos quererlo, pues debemos reírnos de sus mal pasares. En ello los gustos personales. Grecia era un universo reducido, el problema que entra en el mundo globalizado es la que las identidades personales están no ahogadas, sino ahogándonos. Unos se rien de las doloras caídas de torpes señoras en la calle, otros se rien del mal arte y el poco talento, otros de los corruptos políticos, o de las violentas acusaciones mordaces de los “flaites”. Siempre el otro es un inmoral, un desvergonzado. Quizás lo sea, pues reírse es definitivamente pasarse de la guerra al vino.
Recuerdo la perplejidad indignada de alguna señora ante el reiterado chiste del pastel en la cara. Una broma practica estadounidense que expresa la fobia encarnada a la vergüenza, el polo oscuro del calvinismo moral cristiano y de aquellos que han ganado demasiado demasiadas veces, el terror a la vergüenza. No es extraño que no resulte chistoso para nosotros, que en Latinoamérica es nuestra hermana más querida. Nacemos en la vergüenza de un territorio derrotado, de un imperio encima de otro y una cultura renegada, pues riámonos de algo menos cercano.
Como género dramático, el conflicto requiere un enemigo. El enemigo del caso es siempre uno: La sociedad. No supone que la sociedad sea el ambiente, en realidad, la sociedad antitética de la comedia es expresada mucho más en el anti-héroe que en los personajes secundarios. Tanto más si este parece feliz y contento con su escape, se trata de un desertor, nosotros los receptores catárticos contemplamos en envidia esta posición, sumamente cómoda, del anti-héroe que no puede tomar parte activa en la propia vida. Es el teatro dentro del teatro, la burla y la mofa de aquello que nos resulta extremadamente difícil, renegamos la cotidianeidad y la imposibilidad de su importancia, la cual nos enseña a diario que no es así, y nos despierta a escobillasos. 
Desafortunadamente no hay lugar en la comedia para la amnesia. Es la propia identidad de la persona en la sociedad, no del sujeto, sino de la máscara. De las intenciones mal logradas. Tiene mucho de buddhismo, renegar el deseo con tal facilidad, contentarse con la vida, hay que estar loco, loco de remate. Desafortunadamente tengo que discrepar con Nietzsche en esto: “Dichosos los olvidadizos, pues superan incluso sus errores”. Más bien dichosa la memoria, pues se ríe incluso de lo que aun no ha hecho.

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