Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Qué hacer ahora que el mundo ha acabado

Unos pequeños hombres en habitaciones cerradas cubiertas por grandes edificios presionan botones dentro de maletines rojos. Numeritos aparecen en la pantalla.
A cinco mil kilómetros, un gran pez de metal emite un enorme rugido, y desde su boca emana el fuego de la esencia infernal. El fuego viaja a través del océano, y surge desde las profundidades.
En la tierra de los hombres, un gran terremoto comienza. La hidra con forma de hongo se despeja y una gran luz en la tierra desaparece, cuando el mundo se llena con polvo y nubes negras cortejan el ocaso. Una tormenta eléctrica se forma. Marca la llegada de un invierno perpetuo. El cielo sobre el desierto era del color de la televisión, cuando el canal está muerto.
“Wow” – dicen las personas frente a la pantalla del cine
¡Qué gran película! – piensa un niño aun muy joven para sumar.
¡El mito retorna. En nuestra vida, les digo, en nuestra vida, el mundo va a acabar, y de eso no hay duda alguna! – dice el padre
No seas tarado– dice la mujer detrás, que sufrió la excesiva cabellera del padre, en frente a su asiento, toda la película. – Todos siempre han creído eso.
“¿Pero, como no se iba a acabar el mundo en mi vida? “- es lo que el padre quiere pensar, cuando lo interrumpe su hija.
Yo creo que no va a pasar eso. La gente se quiere.
Todos la miran en silencio.
-          Porque si la gente quiere ser feliz…yo quiero a mi hermano, y si el mundo acaba, no estaría mi hermano, ¿Cierto?
Entonces no va a pasar eso.


Este era el argumento que había aprendido de su profesora hace unos días. Magdalena estaba en segundo básico, por lo que tan fino razonamiento le había ganado una sonrisa en el cuaderno.

“¿Mi novio no me quiere, mi trabajo es una mierda, tengo que aguantar una pendeja sabelotodo y un gordo melenudo que se pongan al frente mío toda la película?” – es lo que quería pensar la mujer. Como se ve, ella no había recibido una sonrisa.
-          No, no va a pasar – dijo el padre. Era una complicada técnica que aprendió en un manual de crianza. “Como estar de acuerdo con tu hijo” se llamaba. Le costó cinco mil pesos en la librería del Mall. No tenía problemas con su hija. Simplemente estaba barato.
La niña dio vuelta a su padre y dio una sonrisa (una real)
“Pero que gran padre soy” – es lo que quería pensar. Y en efecto lo hizo. Los manuales de auto-cuidado aconsejaban este tipo de reconocimiento.
Esta es la historia que se presenta a usted, señor lector, si la ha encontrado interesante, lo invitamos a comprar el DVD o la versión online. Visítenos en nuestra página web a la hora que se le plazca, en especial a las dos de la mañana en un sábado por la noche, si es que está aburrido y se siente miserable.
“Oh, pero que serio es todo este asunto de la guerra”. ¿Cómo se le ocurre tratarlo así? ¡La gente muere!
¡Los personajes mueren!

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