Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

sábado, 18 de junio de 2011

Unicornios en la carretera


Un frio infernal me quería impedir salir a correr hoy.
Algo orgulloso, tomé mis audífonos y en polera salí a la calle preparado. Sorpresa mía ver la lluvia casi policial que sentenciaba mis intenciones. Volviendo sin música, decidido a continuar, comencé la carrera, esperando ser hostigado por el frio y batallarlo con terqueza.
Extraño fue cuando el roció constante sobre mi frente apartó todo pensamiento amargo o preocupación sobre el futuro y el pasado. En unas cuadras había abandonado el nihilismo y la ilustración, corriendo mientras movía mis casi congelados pulgares, empapado hasta que mi polera simulaba un tatuaje sobre mi piel. No era más un día frio. El deseo y el amor ya no podían molestarme, la sinfonía de olas que era el tráfico traía la ausencia de música al nivel de una oda.
Venía una y otra vez una sensación placentera, sin moral, sin espíritu, de comunión con la naturaleza. Era capaz de desechar todas las minucias esenciales que ocupan la mente.
Cuando las palabras ya no eran posibles y ya no era necesario sonreír, arrojado todo lo que no fuera la vida misma a la lluvia, comenzó a oler a mar.
Y seguía el roció constante, frio, cálido.

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