Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

domingo, 21 de octubre de 2012

Sobre el moralismo religioso




Por mucho tiempo, en occidente hemos estado nerviosos sobre la existencia. Creemos en el Dios que todo lo ve y mantiene precisas cuentas. El Dios juez y contador, cuyo retrato era, hasta hace poco, un ojo dentro de un triangulo, y el miedo al infierno, la guía de la conducta. Con frecuencia veo que sacerdotes cristianos reprochan al budismo y el taoísmo la soltura y "relativismo" (como el papa dice) con la que tratan la vida. En efecto, el tao nada rechaza. La predica del orden nace del desorden, y si están preocupados constantemente de repetir los mandamientos - esa piedra remota y árida -, es porque los quiebran todos los días. En verdad, somos bulímicos morales, y vomitamos nuestras faltas con el discurso ético y el circo del sermón. 
¡Ah, si alguna vez actuásemos correctamente porque queremos hacerlo, y, sin orgullo, nos marcháramos con una sonrisa en el rostro! ¡Si actuásemos, no por el imperativo categórico, ni el cálculo utilitarista, no por alguna abstracción conjurada en la mente de un sujeto distante, sino por el rostro del prójimo y la alegría de saberse en comunión con la naturaleza!

“Creo que si la fiera que duerme en el hombre se pudiese contener con la amenaza de un castigo o la recompensa de ultratumba, el emblema supremo de la humanidad sería un domador de circo con la fusta en mano, y no un profeta que se ha sacrificado a sí mismo. La cuestión reside en que, durante siglos, la música y no el palo ha colocado al hombre por encima de la bestia y lo ha elevado: una música, la irresistible fuerza de la verdad desarmada, el poder de atracción del ejemplo. Hasta ahora se consideraba que lo esencial del evangelio eran las máximas reglas morales contenidas en los mandamientos, mientras que para mí lo principal es que Cristo habla con parábolas extraídas de la vida diaria, explicando la verdad a la luz de la existencia cotidiana. La base de esto es el concepto de que la comunión entre los mortales no acabará nunca y la vida es simbólica porque tiene un significado.”
           
                                                                Doctor Zhivago.

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