Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

miércoles, 14 de mayo de 2014

Los mapas como cosmovisión



Los mapas, como representación subjetiva del espacio y de un lugar en el cosmos, a la vez tienen cierta cercanía con la realidad que les da un encanto científico y una apropiación social del espacio que les da poder. Como construcción social, los mapas pueden reforzar paradigmas raciales o de clase. En términos históricos, la expansión del mundo conocido por los europeos coincidió usualmente en la mente de la élite intelectual con una expansión de la civitas. Los mapas podrían considerarse una forma de dominación, tanto de una cultura, como de una clase y de una cosmovisión (por ejemplo, un ataque en la cosmología anterior).  Si bien es sabido que gran parte del uso tradicional ha sido bélico y estratégico, con la llegada de la secularización y la urbanización progresiva uno de los ejes centrales en la mente americana del s. XIX es el expresado por Sarmiento en Facundo: Civilización y barbarie. La “colonización” interna del propio territorio por parte de la ciudad tomaba las formas de la ciencia y el darwinismo social, con frecuencia bajo seducción positivista. Un mapa podría entonces elegir qué mostrar, tal vez con mayor énfasis en las ciudades, relegando incluso algunas áreas (ocupadas por indígenas por ejemplo) a la categoría de territorio vacío, o simplemente territorio salvaje, “lugar de no retorno” (Dante: “Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”).
Evidentemente, ha habido también algo mágico en los mapas. Durante la edad media Jerusalén estaba en el centro del mundo, Asia se encontraba arriba (donde ahora está el norte, cuestión puramente convencional pero evidentemente significativa antropológicamente), a veces el paraíso se colocaba en el extremo este. En las esquinas había toda suerte de monstruos y criaturas legendarias.
En la historia de la humanidad ha habido innumerables casos de axis mundi, la coincidencia entre mente ilustrada y pensamiento mágico no debiera sorprendernos, pero si tal vez la creatividad con la que los hombres han encontrado un escape a la ciencia o, en otras palabras, a la revolución copernicana, a la certidumbre de que no son el centro del mundo, y a la darwiniana, es decir, que somos criaturas vivas, no de cualidad cuasi-divina (o no solamente), sino parientes del mono. De este trauma en particular aun no nos recuperamos (en el sur de estados unidos todavía hay grupos que quieren prohibir la enseñanza de evolución en los colegios), cuánto más habría perturbado las mentes de sus contemporáneos.
De modo que una solución al “terror de la historia” es volver a formas tradicionales de pensamiento. En un plano urbano, la geodésica es  la línea de mínima longitud que une dos puntos en una superficie. Las geodésicas de una superficie son las líneas "más rectas" posibles. Como el mapa T en la edad media era una representación de la cruz (aunque coincidiera aproximadamente con la realidad) la geodésica es la línea de rectitud moral (sin curvatura) y el camino que más brevemente conecta todos los puntos (Axis mundi, acceso a Dios).
Por supuesto, la lectura de un mapa debe ser enseñada. Pero una vez aprendida, nuestros mapas modernos toman el punto de vista desde gran altura de un territorio. Usualmente los mapas que vemos son primariamente económicos y civiles, acorde a lo que como sociedad más valoramos (desde el punto de vista mágico, solo el comercio existe). Como ocurre con la escritura, es de esperar que la gran mayoría de los seres humanos nunca supiera leer ni dispusiera de un mapa para guiarse por su vida, de modo que su conexión con el espacio sería totalmente distinta. Tendría un número de referencias, en el mundo rural, “tal árbol o tal camino”, que lo harían por necesidad diferenciar el espacio físico. En el mundo semi-urbano, nadie habría encontrado su camino sin preguntar asiduamente la ruta a seguir.
Por contraste nosotros distinguimos pocas calles solo por cómo se ven, encontramos nuestro camino consultando un mapa y los “no-lugares” aumentan por doquier, de modo que cines y negocios iguales entre sí (que a su vez constituyen algo mágico, un axis mundo al comercio sacralizado, por así decirlo), incluso pequeños, nos facilitan la vida en nuestro enorme territorio (¿Quién mayor de cuarenta no se siente algo perdido al entrar a un cine hoyts?), enorme territorio y población (En Roma de la antigüedad: apenas un millón de personas) que de otro modo provocaría angustia. Sin embargo, con el respecto al trauma de la división social en clases sabemos por experiencia propia de los lugares “llenos de monstruos” como en toda edad antigua, que debemos evitar, y que hoy por hoy corresponden con el peligro de la delincuencia o la falta de salubridad. No quiero aquí insultar a ciertos patrones de pensamiento o sentimiento, ni sugerir que todavía no nos llega la ciencia. Nada más observo que en el viaje de la vida, que nunca dejaremos de hacer, siempre nos faltará a cada uno – y a todos como grupo - una Ítaca a la que regresar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario