Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

lunes, 15 de abril de 2013

Dos mentes, tres tiempos




Agita sus brotes
el cerezo.
No es que no piense en ti,
¡pero tu casa está tan lejos![1]
 Él no amaba realmente, si la hubiera amado, ¿Le hubiera importado la distancia?
                                                                                                                               Confucio. Analectas


[1] Esta es una cita, por Confucio, del Libro de las Odas


Las críticas de historiadores, como las de cualquier otro hombre, están sujetas a la cosmovisión particular. La construcción del mundo, la sociedad y sus reglas tiene lugar en un tiempo y lugar, y el diálogo o ruptura entre lo propio y lo ajeno es posible dentro de una misma sociedad cuando encontramos cosmovisiones distintas.
Escribir un ensayo de crítica hoy requiere de cierta atención específica a los tiempos, usualmente llamado conciencia histórica. Karl Popper acusó a Platón por sentar las bases de los totalitarismos del siglo XX en base a la utopía descrita en La República (nada menos que el primer libro de filosofía política en occidente) y multitud de filósofos actuales consideran esto un error, porque aunque no son expertos en historia griega, conocen la larga y vasta tradición de críticas y comentarios a Platón[1]. Plutarco vivió 500 años después de Herodoto y ya se le había nombrado padre de la historia, pero sus críticas no habrían sido digeridas y re-digeridas, como hoy. Por tanto, creo valioso examinarlas con cuidado de su tiempo y reverencia hacia el trabajo que se dieron entonces.
Polibio y Plutarco comentan el trabajo de Timeo y Herodoto en base a un juicio moral ligado al trabajo del historiador. El juicio es muy propio de su época y considera tanto el contenido (el rol moral de narrar historia), la perspectiva (quién y para quién se escribe), como el esfuerzo previo a escribirlo. Así, Timeo es criticado por no tener experiencia en política ni guerra, requisito para escribir historia. “Pero creer, como Timeo, que solo la maestría del material basta para escribir bien historia es necio, como si un hombre que hubiera visto el trabajo de antiguos pintores se imaginará capaz de pintar y maestro de ese arte.[2] “ Aquí es importante considerar que si bien ambos autores critican haciendo consideraciones empíricas y evalúan en máximo grado la veracidad como naturaleza de la historiografía (“Si quitas la verdad de la historia lo que queda es nada más que una fútil fábula[3]”, “tomamos precaución de las calumnias y envidia que subvierten a suaves y bien entrenadas frases y expresiones[4]”),  siendo ambos greco-romanos de su época tienen en mente criterios esencialistas sobre la naturaleza de los hombres[5]. La cosmovisión griega habría distinguido entre una edad de dioses, otra de héroes[6] y otra de humanos y la concepción general[7] era que la civilización, o estaba en decadencia, o vivía en ciclos. Los cantos, escritos y tópicos de la literatura épica habían pasado a la historia en tanto era un género de y para grandes hombres (casi por definición nacionales), en esencia distintos (superiores) al resto[8]. Sabemos que el avance de la razón en Atenas concibió una identidad entre belleza, razón y verdad, motivo por el cual hasta la modernidad se consideraba contradictorio decir que había múltiples verdades. Con este conocimiento parece evidente que las críticas a héroes nacionales consagrados serían motivo de oprobio y descontento. Polibio hace referencia a la “peculiar fuerza mental y poder de Agatocles[9]” como contraargumento contra Timeo. Más adelante dice:
¿Preguntarás cómo infiero que Timeo es culpable de falsedad? Primero y antes que nada porque Democares era de buen nacimiento y crianza, siendo sobrino de Demóstenes y segundo porque los atenienses lo consideraron merecedor no solo del oficio de estratega, sino de otras distinciones, a ninguna de las cuales podría haber aspirado si tuviera tales desventajas que combatir. Timeo, por tanto, parece no acusar tanto a Democares como a los atenienses[10].
Evidentemente, todo hombre, cualquiera sea su oficio, está insertado en la sociedad y tiempo en que vive. Pero la equivalencia entre los más célebres y notables griegos y su polis es tanto mayor, del mismo modo que Alejandro era el héroe de todo el mundo helénico  y acusarlo de infamia era un insulto a la totalidad de los que se identificaban con él. Como dice Plutarco sobre Heródoto: “Tan incapaz es de alabar sin infamar, que si encomienda a un hombre debe condenar a una ciudad o gente.[11]
Es necesario aclarar que la crítica de Plutarco a Heródoto habría sido bien vista hasta el siglo XVI (cuando Heródoto comenzó a disfrutar de mayor credibilidad por los relatos que llegaban de viajeros a las Américas) y nuevamente en el siglo XIX (por la epistemología positivista, aunque paradójicamente los arqueólogos en Egipto llevaban consigo y leían con atención a Heródoto como referencia).  Mi argumento, por tanto, es que la cosmovisión de Heródoto es excepcional en tanto escribe más que historia (lo que luego sería considerado historia) y no menos. Aquello que Polibio y Plutarco consideran historia es más delimitado epistemológica y nacionalmente que lo que Heródoto escribía, tanto por la unificación romana y supra-identidad occidental después de las conquistas de Alejandro, como por su posición geográfica (más lejana a Oriente, tanto espacial como culturalmente luego de la expansión helénica).  Por ejemplo, de Homero Heródoto adopta un reconocimiento a la historia de ambos bandos, cada uno digno, con héroes propios, y su cercanía a lo tradicionalmente religioso lo hace considerar malamente a los hombres de poder, cuya arrogancia (hybris) enfurecía a los dioses (esto por la mencionada distinción edad de dioses-edad de héroes-edad de hombres).
Sin embargo, hay buena parte de observaciones que hoy comprendemos y valoramos. Tanto Plutarco como Polibio escriben sobre bases empíricas (hay o no animales en Corsica, regresó o no Adimanto a su flota, etc.) y agregan (hoy a través de la selección de fuentes y con una prosa menos directa) un juicio de su parte. Sobre la perspectiva general de la escritura de la historia, hay declaraciones de gran valor:
“Pues dado que muchos eventos ocurren en distintos lugares, y un hombre no puede estar en muchos lugares a la vez, ni es posible para él haber visto con sus propios ojos cada lugar del mundo y particularidades de distintos lugares, lo único que queda para un historiador es inquirir sobre la más gente posible[12], creerle a los merecedores de confianza y ser un crítico adecuado de los reportes que recibe[13]

En este breve fragmento se repite cuatro veces la palabra lugar. Creo que, en el presente estado de globalización, muchos títulos de libros y cursos merecen una revisión a la luz de este pasaje. La perspectiva de un griego hace dos mil años, sobre otro griego unos años antes, es interesante en tanto nuestra lectura supone un encuentro de tres cosmovisiones distintas. Mi observación sobre la percepción occidental binaria del mundo fue aprendida a través de mis estudios en chino y japonés y mi primario interés por la cultura asiática me permite ver algunas cosas sobre occidente que un occidental no percibe. Pero en treinta años será otro mundo y lo que he escrito hoy podría estar equivocado en base a mi ignorancia de acontecimientos mañana. Dice Polibio:
(Timeo) nos dice que los romanos aún conmemoran el desastre en Troya disparando cierto día a un caballo de guerra (…) – una niñería. Pues de este modo deberíamos decir que todas las tribus bárbaras son descendientes de troyanos, visto que todas, sino la mayoría, cuando  entran en guerra o en vísperas de una batalla decisiva sacrifican un caballo[14] (…).
Polibio nació el 200 a.C. Dos siglos más tarde, desde el 29 a.C y por diez años Virgilio trabajó en La Eneida, haciendo su personaje principal a Eneas, el joven que escapó de Troya y fundó Roma. En adelante, los romanos se considerarían descendientes de los troyanos. Por esto, como decía Plutarco, debemos tener cuidado “A no ser que imprudentemente entretengamos absurdas y falsas opiniones de las más excelentes y grandes ciudades y hombres de Grecia.[15]” Entiendo, aunque no apruebo su duro sesgado sobre Heródoto y sus consideraciones patrióticas, sin duda cuento a ambos entre aquellos excelentes hombres.
He intentado establecer una meta-crítica sobre las perspectivas culturales de hombres en el canon de historiografía occidental. Considero una apreciación más fructífera que una lista de errores y faltas, y será paradójico si la crítica de Plutarco y Polibio eran sobre las difamaciones de grandes hombres. ¿Quién decide quién es un gran hombre? Una crítica, en el fondo, es un homenaje. Pasado un siglo de muerte, pocos la merecen, y en efecto, pocos la reciben.
Fuentes:
Plutarco: http://www.skidmore.edu/classics/courses/2011fall/cg311/de%20malignitate%20Herodoti.pdf

Polibio: http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Polybius/12*.html


[1] Recuérdese la cita de A.N Whitehead: “La historia de la filosofía occidental es una serie de notas al pie de Platón”
[2] Polibio, libro 12, 25e, 6-7.
[3] Idem. 12, 3.
[4] Plutarco: La Malicia de Heródoto en The complete works of Plutarch: essays and miscellanies. Vol. III. New York: Crowell, 1909. P.16
[5] Brevemente, me refiero a que un hombre es de cierto modo y puede ser juzgado en tanto tiene una naturaleza. Podemos agregar que esa esencia tiene características morales dónde Plutarco y Polibio, como la gran mayoría de los occidentales hasta hoy, conciben la realidad en términos binarios (bien-mal, mentira-verdad, barbarie-civilización).
[6] En un sentido militar.
[7] Tucidides es un famoso contraejemplo.
[8] Con Tucidides se consagra la guerra como el tópico de la historia, y ya desde Homero se estableció la guerra como el acontecimiento que hace grandes (héroes) a los hombres (aunque en Homero se habría considerado una excepcionalidad de nacimiento, a ser desplegada y no desarrollada).
[9] Polibio, libro 12, 15, 5-8.
[10] Polibio, libro 12, 13, 4-6 
[11] Plutarco: La Malicia de Heródoto. P.12
[12] Es iluminador hoy dada la cantidad de historias apologéticas de una nación que se escriben sin revisar siquiera las fuentes de sus enemigos.
[13] Polibio, libro 12, 4b, 4-5.
[14] Polibio, libro 12, 4b – 4c.
[15] Plutarco: La Malicia de Heródoto. P.16

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