Agita sus brotes
el cerezo.
No es que no piense en
ti,
¡pero tu casa está tan
lejos![1]
Él no amaba realmente, si la hubiera amado,
¿Le hubiera importado la distancia?
Confucio. Analectas
Las críticas de historiadores, como las de cualquier
otro hombre, están sujetas a la cosmovisión particular. La construcción del
mundo, la sociedad y sus reglas tiene lugar en un tiempo y lugar, y el diálogo
o ruptura entre lo propio y lo ajeno es posible dentro de una misma sociedad
cuando encontramos cosmovisiones distintas.
Escribir un ensayo de crítica hoy requiere de cierta
atención específica a los tiempos, usualmente llamado conciencia histórica.
Karl Popper acusó a Platón por sentar las bases de los totalitarismos del siglo
XX en base a la utopía descrita en La
República (nada menos que el primer libro de filosofía política en
occidente) y multitud de filósofos actuales consideran esto un error, porque
aunque no son expertos en historia griega, conocen la larga y vasta tradición
de críticas y comentarios a Platón[1].
Plutarco vivió 500 años después de Herodoto y ya se le había nombrado padre de
la historia, pero sus críticas no habrían sido digeridas y re-digeridas, como
hoy. Por tanto, creo valioso examinarlas con cuidado de su tiempo y reverencia
hacia el trabajo que se dieron entonces.
Polibio y Plutarco comentan el trabajo de Timeo y
Herodoto en base a un juicio moral ligado al trabajo del historiador. El juicio
es muy propio de su época y considera tanto el contenido (el rol moral de
narrar historia), la perspectiva (quién y para quién se escribe), como el
esfuerzo previo a escribirlo. Así, Timeo es criticado por no tener experiencia
en política ni guerra, requisito para escribir historia. “Pero creer, como Timeo, que solo la maestría
del material basta para escribir bien historia es necio, como si un hombre que
hubiera visto el trabajo de antiguos pintores se imaginará capaz de pintar y
maestro de ese arte.[2] “ Aquí es importante considerar que si bien
ambos autores critican haciendo consideraciones empíricas y evalúan en máximo
grado la veracidad como naturaleza de la historiografía (“Si quitas la verdad de la historia lo que queda es nada más que una
fútil fábula[3]”, “tomamos
precaución de las calumnias y envidia que subvierten a suaves y bien entrenadas
frases y expresiones[4]”), siendo ambos greco-romanos de su época tienen
en mente criterios esencialistas sobre la naturaleza de los hombres[5]. La cosmovisión griega habría distinguido entre
una edad de dioses, otra de héroes[6] y otra de humanos y la concepción general[7] era que la civilización, o estaba en decadencia,
o vivía en ciclos. Los cantos, escritos y tópicos de la literatura épica habían
pasado a la historia en tanto era un género de y para grandes hombres (casi por
definición nacionales), en esencia distintos (superiores) al resto[8]. Sabemos que el avance de la razón en Atenas concibió
una identidad entre belleza, razón y verdad, motivo por el cual hasta la
modernidad se consideraba contradictorio decir que había múltiples verdades.
Con este conocimiento parece evidente que las críticas a héroes nacionales
consagrados serían motivo de oprobio y descontento. Polibio hace referencia a
la “peculiar fuerza mental y poder de Agatocles[9]” como contraargumento contra Timeo. Más adelante
dice:
¿Preguntarás
cómo infiero que Timeo es culpable de falsedad? Primero y antes que nada porque
Democares era de buen nacimiento y crianza, siendo sobrino de Demóstenes y
segundo porque los atenienses lo consideraron merecedor no solo del oficio de
estratega, sino de otras distinciones, a ninguna de las cuales podría haber
aspirado si tuviera tales desventajas que combatir. Timeo, por tanto, parece no
acusar tanto a Democares como a los atenienses[10].
Evidentemente,
todo hombre, cualquiera sea su oficio, está insertado en la sociedad y tiempo
en que vive. Pero la equivalencia entre los más célebres y notables griegos y
su polis es tanto mayor, del mismo modo que Alejandro era el héroe de todo el
mundo helénico y acusarlo de infamia era
un insulto a la totalidad de los que se identificaban con él. Como dice
Plutarco sobre Heródoto: “Tan incapaz es de alabar sin infamar, que si encomienda
a un hombre debe condenar a una ciudad o gente.[11]”
Es necesario
aclarar que la crítica de Plutarco a Heródoto habría sido bien vista hasta el
siglo XVI (cuando Heródoto comenzó a disfrutar de mayor credibilidad por los
relatos que llegaban de viajeros a las Américas) y nuevamente en el siglo XIX
(por la epistemología positivista, aunque paradójicamente los arqueólogos en
Egipto llevaban consigo y leían con atención a Heródoto como referencia). Mi argumento, por tanto, es que la
cosmovisión de Heródoto es excepcional en tanto escribe más que historia (lo
que luego sería considerado historia) y no menos. Aquello que Polibio y
Plutarco consideran historia es más delimitado epistemológica y nacionalmente
que lo que Heródoto escribía, tanto por la unificación romana y supra-identidad
occidental después de las conquistas de Alejandro, como por su posición
geográfica (más lejana a Oriente, tanto espacial como culturalmente luego de la
expansión helénica). Por ejemplo, de
Homero Heródoto adopta un reconocimiento a la historia de ambos bandos, cada
uno digno, con héroes propios, y su cercanía a lo tradicionalmente religioso lo
hace considerar malamente a los hombres de poder, cuya arrogancia (hybris) enfurecía a los dioses (esto por
la mencionada distinción edad de dioses-edad de héroes-edad de hombres).
Sin embargo, hay
buena parte de observaciones que hoy comprendemos y valoramos. Tanto Plutarco
como Polibio escriben sobre bases empíricas (hay o no animales en Corsica,
regresó o no Adimanto a su flota, etc.) y agregan (hoy a través de la selección
de fuentes y con una prosa menos directa) un juicio de su parte. Sobre la
perspectiva general de la escritura de la historia, hay declaraciones de gran valor:
“Pues
dado que muchos eventos ocurren en distintos lugares, y un hombre no puede
estar en muchos lugares a la vez, ni es posible para él haber visto con sus
propios ojos cada lugar del mundo y particularidades de distintos lugares, lo
único que queda para un historiador es inquirir sobre la más gente posible[12],
creerle a los merecedores de confianza y ser un crítico adecuado de los
reportes que recibe[13]”
En este breve
fragmento se repite cuatro veces la palabra lugar.
Creo que, en el presente estado de globalización, muchos títulos de libros y
cursos merecen una revisión a la luz de este pasaje. La perspectiva de un
griego hace dos mil años, sobre otro griego unos años antes, es interesante en
tanto nuestra lectura supone un encuentro de tres cosmovisiones distintas. Mi
observación sobre la percepción occidental binaria del mundo fue aprendida a
través de mis estudios en chino y japonés y mi primario interés por la cultura
asiática me permite ver algunas cosas sobre occidente que un occidental no
percibe. Pero en treinta años será otro mundo y lo que he escrito hoy podría
estar equivocado en base a mi ignorancia de acontecimientos mañana. Dice
Polibio:
(Timeo) nos dice
que los romanos aún conmemoran el desastre en Troya disparando cierto día a un
caballo de guerra (…) – una niñería. Pues de este modo deberíamos decir que
todas las tribus bárbaras son descendientes de troyanos, visto que todas, sino
la mayoría, cuando entran en guerra o en
vísperas de una batalla decisiva sacrifican un caballo[14] (…).
Polibio nació el
200 a.C. Dos siglos más tarde, desde el 29 a.C y por diez años Virgilio trabajó
en La Eneida, haciendo su personaje
principal a Eneas, el joven que escapó de Troya y fundó Roma. En adelante, los
romanos se considerarían descendientes de los troyanos. Por esto, como decía
Plutarco, debemos tener cuidado “A no ser
que imprudentemente entretengamos absurdas y falsas opiniones de las más
excelentes y grandes ciudades y hombres de Grecia.[15]” Entiendo, aunque no apruebo su duro
sesgado sobre Heródoto y sus consideraciones patrióticas, sin duda cuento a
ambos entre aquellos excelentes hombres.
He intentado
establecer una meta-crítica sobre las perspectivas culturales de hombres en el
canon de historiografía occidental. Considero una apreciación más fructífera
que una lista de errores y faltas, y será paradójico si la crítica de Plutarco
y Polibio eran sobre las difamaciones de grandes hombres. ¿Quién decide quién
es un gran hombre? Una crítica, en el fondo, es un homenaje. Pasado un siglo de
muerte, pocos la merecen, y en efecto, pocos la reciben.
Fuentes:
Plutarco: http://www.skidmore.edu/classics/courses/2011fall/cg311/de%20malignitate%20Herodoti.pdf
Polibio: http://penelope.uchicago.edu/Thayer/E/Roman/Texts/Polybius/12*.html
[1] Recuérdese la
cita de A.N Whitehead: “La historia de la filosofía occidental es una serie de
notas al pie de Platón”
[2] Polibio, libro 12, 25e, 6-7.
[3] Idem. 12, 3.
[4] Plutarco: La Malicia de Heródoto en The complete works of Plutarch: essays and
miscellanies.
Vol. III. New York: Crowell, 1909. P.16
[5] Brevemente, me
refiero a que un hombre es de cierto
modo y puede ser juzgado en tanto tiene una naturaleza. Podemos agregar que esa
esencia tiene características morales dónde Plutarco y Polibio, como la gran
mayoría de los occidentales hasta hoy, conciben la realidad en términos
binarios (bien-mal, mentira-verdad, barbarie-civilización).
[6] En un sentido
militar.
[7] Tucidides es un famoso
contraejemplo.
[8] Con Tucidides se
consagra la guerra como el tópico de la historia, y ya desde Homero se
estableció la guerra como el acontecimiento que hace grandes (héroes) a los
hombres (aunque en Homero se habría considerado una excepcionalidad de nacimiento,
a ser desplegada y no desarrollada).
[9] Polibio, libro 12, 15, 5-8.
[10] Polibio, libro 12, 13,
4-6
[11] Plutarco: La Malicia de Heródoto. P.12
[12] Es iluminador hoy dada la
cantidad de historias apologéticas de una nación que se escriben sin revisar
siquiera las fuentes de sus enemigos.
[13] Polibio, libro 12, 4b, 4-5.
[14] Polibio, libro 12, 4b – 4c.
[15] Plutarco: La Malicia de Heródoto. P.16
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