Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

domingo, 20 de mayo de 2012

La guerra y la técnica



Laón Daudet, hijo de Alphonse, también escritor de importancia y líder del partido monárquico francés, entregó un informe en su Acción Francesa sobre el Salón del Automóvil en el que arrancó, quizá no literalmente, con la identidad: “el automóvil es la guerra”. Lo que subyacía a esta sorprendente conexión de ideas era la noción según la cual la superación de los instrumentos técnicos, de los ritmos, de las fuentes de energía y afines, no encontrando en nuestra vida privada un provecho adecuado y exhaustivo, no obstante fuerzan su justificación. Y se justifican renunciando a una interacción armónica, en la guerra que al devastar demuestra que la realidad social no estaba madura para integrar a la técnica como órgano; que la técnica no era lo suficientemente poderosa para someter a las fuerzas sociales elementales. Podemos afirmar, sin que vaya en detrimento de la importancia de las raíces económicas de la guerra, que la guerra imperialista está condicionada en su núcleo más duro y fatal por la discrepancia abismal entre los inmensos medios de la técnica y la ínfima clarificación moral que aportan. De hecho, y a causa de su naturaleza económica, la sociedad burguesa no puede hacer otra cosa que aislar a la técnica de lo considerado espiritual; no tiene más remedio que excluir en lo posible a la técnica del derecho de codeterminación del orden social. Toda guerra venidera será a la vez una rebelión de esclavos de la técnica.
Nuestros autores hablan con gusto de la guerra. Su obtuso concepto carece de imagen ligada a ella, al hablar de ella con los superlativos más alienados, como por ejemplo, lo “Real del Mundo”, ven en ella la manifestación suprema del Ser.
La futura guerra tendrá un cariz en que las categorías soldadescas se despiden definitivamente a favor de las deportivas, ya que las acciones militares se registraran como records. Cada tanto llegarán a nuestros oídos informaciones “tranquilizadoras”. La guerra se basará en records de exterminio y deberá contar con dosis de riesgo elevadas a exponentes absurdos.
¿Qué violentas e innombrables fuerzas son estas que una vez colmado por la felicidad de la paz lo libran de cuerpo y alma a la guerra? Filibusteros profesionales han tomado la palabra. Su horizonte llamea pero no por ello es menos estrecho ¿y qué es lo que divisan entre las llamas?
La conducción de un solo bombardero basta para privar a los ciudadanos de aire, luz y vida. El modesto lanzador de bombas que en la soledad de las alturas, solo consigo mismo y su dios, goza de las prerrogativas de su padeciente jefe supremo, el Estado, y que donde estampa su firma, deja de crecer la hierba.
                                                                 
  Fragmentos de “Teorías del Fascismo Alemán”, Walter Benjamin.

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