La falibilidad del ser humano está demostrada de manera tan decisiva y con vicisitudes tan oscuras, que ofrecer una apología de la especie necesariamente vendrá acompañado con una tormenta caótica de imperativos al actuar. Guías o mandamientos, no ofreceré ningún manual de la vida. No sabría en qué lengua, ninguna conocida, podrían escribirse los sentimientos necesarios. Pero si se ha de inquirir sobre qué distingue, para nadar en adversidades; a aquellos que el azar prueba; mi corta vida puede al menos asegurar resolutivamente un punto:
Con alguna frecuencia, se levanta tras un sueño reflexivo un ser humano cansado, luchando con sus demonios en sueños, y recuerdo con risa al estúpido insensato que se preocupaba por necios aconteceres hace poco. Reconciliarse con aquel que consideraba como mí mismo y olvidar lo que otros han hecho. Esta es ciertamente una cura que me ha costado practicar.
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