Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Diógenes el cínico

La palabra cínico deriva del nombre latino a la escuela filosófica griega, los “cínicos”, que consideraban al hombre un animal y todo despliegue de riqueza o  poder una farsa. Honestos hasta la violencia y el auto desprecio, los cínicos no reconocían la autoridad y vivían en la sin bienes materiales. La palabra griega (κύων) kyon (perro), de la cual deriva canus y canino, era el modo en que se referían a ellos por sus frugales hábitos.

De Diógenes de Sinope, se cuenta que tenía en su posición únicamente un pocillo para beber agua del río, hasta que un día vio un joven agacharse y beber con sus dos manos juntas.

Después de destruir su pocillo, Diógenes viajo a Atenas, donde un día Sócrates daba una definición de hombre: “animal de dos patas sin pluma”. Diógenes tomo una gallina y la desplumó, luego la presento ante Sócrates. “Aquí tienes tu hombre”.

Un día, Alejandro Magno, que tenía gran respeto por los filósofos (Aristóteles era su tutor), paso en su caballo seguido por un sequito de generales y nobles macedonios. Al ver a Diógenes en el suelo meditando, dijo: “Si no fuera Alejandro, querría ser ese hombre”

Luego se agacho y le habló: “Viejo, te concedo un favor, el que quieras”

Y Diógenes respondió: “Muévase por favor, me está tapando el sol”

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