Antes me agachaba, tímido, en la
sombra de lo seguro. Ahora que la resaca
de la alegría me alza sobre tu cresta, la memoria se agarra a la roca agria de
su dolor.
Antes yo iba a sentarme solo en
un rincón de mi casa, porque la creía pequeña para cualquiera que venía. Ahora
que esta alegría impetuosa abre sus puertas, comprendo que hay sitio en mi casa
para ti y para todos.
Antes yo andaba de puntillas,
cuidado de mí, remilgado y con perfumes. Ahora que este torbellino de alegría
me ha tirado por tierra, me río a carcajadas y me revuelco en el polvo, a tus
pies, como un chiquillo.
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