Como decía Mario Vargas Llosa en su discurso al recibir el nobel, la ficción de la literatura y otras artes son un escape, a la vez que un reconocimiento: Que la realidad no es suficientemente buena.
Pongo este blog con algunos cuentos y ensayos modestos escritos por mí, para entrener a quién le interesen, aburrir a quién le afliga, aborrecer a algún desdichado perdido y con suerte, quizás, si Dios me lo permite, emocionar algún alma sensible.
Si cree encontrar errores ortográficos o de redacción, tenga con toda seguridad la certeza que es con intenciones artísticas o educativas, para que al darse cuenta de mi error se sintiese bien de su amplio conocimiento.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Sobre las diferencias entre lugares


1.       Alguien me contó que en viajes a Francia y Bolivia pudo comparar el precio de un kilo de queso de cabra, y la diferencia era tal que causó gran desanimo – la persona era aficionada al queso de cabra, y los supermercados en Chile oscilan hacia el precio francés mas que al boliviano - . Económicamente hablando, podemos consolarnos con ideas como “la especialización incrementa la eficiencia” y “tenemos ventajas comparativas”, pero el actor individual no deja de lamentar la ausencia de su alimento deseado.
 Un alemán comentó la enorme variedad de cervezas en sus supermercados – y lo mismo ocurre con el queso en Francia, el jamón en algunas ciudades de España, la pasta en Italia, etc -. “Por supuesto” – dije – “La variedad de los productos no sólo depende del lugar geográfico, sino también del estrato socio-económico. En Santiago de Chile, hay muchos tipos distintos de productos en un supermercado de clase alta o una tienda especializada, pero en su mayoría somos un país pobre”.
Esto no era para contradecir la verdad básica: En todo lugar, las comidas y los precios son distintos. Pienso, al menos, que podemos estar alegres por ello. En clases de chino mandarín nos mostraron un mapa con nueve regiones simplificadas de acuerdo al tipo de cocina. La “cocina china” no es homogénea. Creo con convicción que el día en que el precio de un quilo de queso de cabra sea igual en Bolivia y en Francia, el mundo habrá perdido una cosa  más que lo hace interesante. 

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